Opinión
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Hacia el Medievo

Luis 'Alvise' Pérez, líder de Se acabó la fiesta, en una rueda de prensa tras las elecciones europeas.
Luis 'Alvise' Pérez, líder de Se acabó la fiesta, en una rueda de prensa tras las elecciones europeas.
Ballesteros

Un cómico quiso afear la homofobia de un declarado nazi escribiéndole en redes sociales un comentario fuera de lugar sobre las futuras tendencias sexuales de su hijo. El nazi, ofendido, irrumpió en uno de sus monólogos para calzarle dos bofetones. En el vídeo se escucha a alguien del público: "Hemos venido a ver un espectáculo", "lo hacéis luego en la puerta". Ese señor había pagado 15 euros de entrada y no veía mal que un nazi reventara al cómico, pero luego.

El suceso se viralizó y en la mayoría de los comentarios había gran consenso sobre lo bien que le habían estado esas dos galletas. "Llega a ser mi hijo y le doy más", "a la cara no eres tan valiente". Un latido social de épica medieval; el caballero defendiendo su honra y la de su hijo; yo creo que alguno entre delirios lo vio entrar a caballo.

Es increíble la afinidad que va ganando nuestra sociedad por la mano dura; justicia personal y violenta agitada por discursos cada vez más normalizados sobre la presunta inutilidad de esas leyes que nos garantizan un Estado de derecho que, con sus fallas, supone en todo caso una garantía de que el mundo (la libertad de expresión, por ejemplo, y sus consecuencias) no lo dominan aquellos con los bíceps más grandes.

Ese recorrido, el descrédito del contrato social, generalmente enarbolado por los que precisamente necesitan a las instituciones para prosperar en fines personalísimos, aparece en casos como el antes citado, pero va mucho más allá.

Los resultados de las elecciones europeas, en las que el ‘partido’ (ni programa electoral tenía) de Alvise Pérez ha sacado tres eurodiputados, son un paso más en la capilaridad hasta las peores consecuencias de la dejación política, mediática y social en explicar estos movimientos que amenazan las bases más esenciales de la verdadera libertad. Aquella que no es el derecho al negocio o a la autodefensa, sino la posibilidad de no tener miedo. Y el miedo no se vence ganando masa muscular sino con un Estado social fuerte (educación, sanidad, justicia), que derribe sus amenazas en lugar de auparlas.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Juanma Fernández en HERALDO)

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