Opinión
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Reyes cadetes

Jura de bandera del rey Felipe VI en la Academia General Militar de Zaragoza para celebrar el 40 aniversario de su promoción
Jura de bandera del rey Felipe VI en la Academia General Militar de Zaragoza para celebrar el 40 aniversario de su promoción
José Ruiz

Alfonso XII recibió una catequesis tan abundante que, según Galdós, "hubiera podido asistir al concilio de Trento". Pero el joven Borbón, persona inteligente y afable, viajó mucho tras ser derrocada su madre, Isabel II, en 1868. La familia exiliada se estableció en París, bajo la protección de Napoleón III y de su esposa, la española Eugenia de Montijo. Alfonso estudió un año (1872) en el estricto y selecto ‘Theresianum’ de Viena, donde los escolares vivían en rígida disciplina y entre frecuentes ejercicios físicos; y pasó otro curso (1874) en la inglesa Academia Militar de Sandhurst. Cánovas quería en Alfonso a un rey soldado, capaz de alejar al Ejército de las lides políticas: casi un imposible. Se lo escribió al cadete con llaneza: "La Casa Real debe dar a todos los militares honrados la esperanza de que tendrán en Vuestra Alteza un verdadero jefe y que bajo él servirán a la patria". Es decir, un rey constitucional, jefe de unas Fuerzas Armadas alejadas de la tentación del poder. En Sandhurst tuvo vivencias que solo se logran junto a otros camaradas, integrantes de un grupo bien trabado por las maniobras bélicas de campo, el tiro con fuego real, esgrima, hípica, orden cerrado... El futuro (e inminente) rey apreció de veras aquellos días.

Alfonso XIII, en cambio, no recibió formación militar de academia, sino de gabinete y palacial, a cargo de cualificados instructores militares, pero sin convivencia con una promoción de camaradas. Acaso por eso gustaba tanto de lucir uniformes variados que, en apariencia, lo vinculaban con distintos cuerpos y unidades. Diríase que su buscada cercanía con los generales y sus entorchados era el fruto, apenas oculto, de un déficit juvenil. Fue un rey de uniforme, pero sin camaradas.

Su hijo y sucesor, Juan de Borbón y Battenberg –a quien sus afligidos devotos denominaban Su Majestad Don Juan III–, tuvo formación militar de modo parecido a su abuelo: en el exilio y en Inglaterra. Tras estudiar en la Escuela Naval de Dartmouth, embarcó como oficial de la Royal Navy en varios navíos de guerra. Tuvo uniforme y camaradas, pero no fue rey.

Los reyes Juan Carlos I y Felipe VI se graduaron como oficiales en la Academia General Militar. En Zaragoza se percibió de cerca que ambos eran parte de un conjunto cohesionado de alumnos, sin más distingos con ellos que los inevitables por su posición legal. Pasados los años, los vínculos creados con la Academia y con su promoción siguen siendo vigorosos. Eso ha sido, y es, una parte notable de su capital constitucional como jefes de las Fuerzas Armadas. Han sido reyes con uniforme y camaradas.

Otro tanto está sucediendo con Leonor (la inminente alférez cadete Borbón Ortiz, de la LXXXII Promoción). Los tres han memorizado y asimilado, pues así está dispuesto que se haga, el exigente Decálogo del Cadete, que va a cumplir cien años. Los expertos lo atribuyen al coronel Miguel Campins (1927). Un notable oficial que, siendo ya general, fue fusilado por Queipo de Llano en 1936.

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