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  • Francisco José Gan Pampols

X aniversario de un excepcional reinado

El rey Felipe VI y la reina Letizia, tras la ceremonia de proclamación en el Congreso de los Diputados, el 19 de junio de 2014.
El rey Felipe VI y la reina Letizia, tras la ceremonia de proclamación en el Congreso de los Diputados, el 19 de junio de 2014.
Daniel Ochoa de Olza / AP

Celebramos, y digo bien, el décimo aniversario de la proclamación del príncipe de Asturias como Felipe VI, Rey de España. La figura del Rey es especialmente querida en Aragón porque desde su juventud ha tenido una especial vinculación a esta tierra. En la Academia General Militar de Zaragoza ingresó como componente de la XLIV promoción el año 1985, cursando dos años completos. En ella recibió de manos de su padre el despacho de teniente junto a sus compañeros el 13 de julio de 1989. A ella ha regresado en innumerables ocasiones para presidir actos y participar en celebraciones, la última, el pasado 4 de mayo con motivo del XL aniversario de su Jura de Bandera, acto en el que el Rey junto con sus compañeros de promoción de la Academia, renovó su juramento, el compromiso imprescriptible de servicio a España y a los españoles.

Además, es frecuente en su agenda oficial la visita a unidades, centros y organismos por todo Aragón para comprobar de primera mano la preparación de las Fuerzas Armadas en ejercicios y maniobras nacionales e internacionales. La base aérea de Zaragoza, el Mando de Movilidad Aérea, el Centro Nacional de Adiestramiento de San Gregorio, la Brigada Aragón, la Academia de Logística, la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales, las guarniciones de Zaragoza, Huesca y Jaca son conocidas en detalle y visitadas a menudo por el Rey, jefe supremo de las Fuerzas Armadas, de quien se afirma que es la persona mejor informada de España en todos los aspectos, no solo castrenses.

Para un militar español, da igual a cuál de los Ejércitos pertenezca, o a la Guardia Civil, el Rey es motivo de orgullo. Quienes hemos tenido la oportunidad de su cercanía sabemos de la ejemplaridad y bonhomía que le adornan y que le hacen digno del cariño, respeto y admiración de los que le rodean. Desde que comenzó su reinado ha demostrado temple, ha practicado la cortesía más exquisita, incluso en situaciones complejas, ha hecho de la austeridad norma y, además, ha ejercido una capacidad para influir positivamente en las personas en todos los ámbitos de la vida nacional.

El Rey es una persona de una calidad humana excepcional, con un sentido de Estado fuera de toda duda, y con una acreditada trayectoria de servicio a España y a los españoles, que a menudo pasa desapercibida al ser opacada por el ‘ruido ambiente’ que desgraciadamente padecemos.

El Rey se ha ganado por su obrar la lealtad de todos los españoles, de uniforme y de paisano. Larga vida al Rey, y que su reinado sea el de la concordia y el progreso que en tantas ocasiones se ha esforzado por lograr y que persigue incansablemente.

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