Opinión
Suscríbete

¿Qué dice ahora el Tribunal Constitucional?

El recién elegido presidente del Parlament de Catalunya, Josep Rull, durante el pleno de constitución de la XV legislatura del Parlament de Cataluña
¿Qué dice ahora el Tribunal Constitucional?
Lorena Sopna

A la hora de constituirse la mesa del Parlamento de Cataluña, como ocurre en todas estas ocasiones, se necesitaba un ‘quorum’ de votos que legitimaran la elección y su subsiguiente constitución; pero el Tribunal Constitucional ya había advertido de la prohibición del voto telemático o delegado. 

Sin embargo, y pese a la prohibición, se admitieron por la mesa de edad esos votos prohibidos, con lo que el independentismo se hizo con la presidencia del Parlament, saltándose a la torera las prescripciones del Tribunal Constitucional entre las risotadas del electo Josep Rull.

Han pasado algunos días desde este suceso, y no he visto que nadie haya dicho ni pío sobre ese desafío flagrante a las normas emanadas del alto tribunal; tampoco el Gobierno ni el partido que lo sostiene han abierto la boca, transigiendo así a la rebeldía nacionalista catalana, que parece disfrutar cachondeándose –y mis disculpas por la expresión– de ese marco de convivencia que predica el presidente Sánchez. Me parece una forma muy peculiar de convivencia y aceptación de unas mínimas normas del juego y de los presuntos (¿?) acuerdos que hayan podido existir y que nadie conoce.

La mesa del Parlamento de Cataluña se constituyó el lunes violando flagrantemente una norma expresada por el Tribunal Constitucional

Esa forma de funcionar nos acerca cada vez más a los modos de una república bananera, en la que ya estamos, pues el desprecio a los pactos –que se intuyen– es el nuevo algoritmo con que se juega en política por los más trileros, que en su osadía se permiten pitorrearse de las más altas instituciones de un Estado que todavía lo es, confiados en que su chulería se vea correspondida por el silencio cobarde y el temor a que te dejen en la estacada por un quítame allá esas pajas. Habrán tomado nota el señor Conde-Pumpido y su equipo de que han desoído y desafiado su mandato, pero el asunto catalán, sabiamente dirigido en exclusiva desde la Moncloa, les impone el silencio vergonzante.

Y así parece empezar el camino de Puigdemont hacia la presidencia de la Generalitat de Cataluña, tras las maniobras en la oscuridad que se están tramando sin que se entere el pobrecito Illa, al que parece que se proponen vapulear los nacionalistas en un alarde de expresión convivencial, tan alejada del utopismo socialista, tan distante de la paz pedrosanchista soñada para el entendimiento entre catalanes.

Sorprende que este Tribunal no haya reaccionado de manera contundente ante la desobediencia

Lo más grave, a mi juicio, es esa dejación de responsabilidad, esa falta de autoridad por parte del Tribunal en la respuesta contundente al desafío. Tribunal que dictó su norma y ahora se la traga en virtud de que la justicia ya no pinta nada, ni existe, como en las más reputadas repúblicas bananeras.

La tolerancia, la condescendencia y hasta la piedad deben tener un límite con los infractores y los rebeldes; no aceptar la autoridad es poner en peligro el Estado de derecho y dar pábulo a la anarquía y al disparate. Por lo que cabría esperar un pronunciamiento, que ya llega tarde, del Tribunal Constitucional, al que han faltado al respeto un grupo de antidemócratas. Habrá que ver hasta qué punto las togas son capaces de arrastrarse por el barro.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Luis de Arce en HERALDO)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión