El número de multas de tráfico en la ciudad de Zaragoza se disparó el pasado año hasta las 202.835, la cifra más alta de la última década. 

Más de medio millar de denuncias al día es una cifra muy superior a la de otras capitales semejantes a la aragonesa, como Málaga. A esto hay que añadir que los expedientes sancionadores se han incrementado un 10% en solo un ejercicio, marcando una clara tendencia al alza, como, por otra parte, ocurre con los accidentes. Aunque siempre hay que insistir en el cumplimiento escrupuloso de las normas en las vías urbanas, también debe exigirse a las autoridades una acción más enfocada a la seguridad que a la recaudación.

Las infracciones que causan un mayor número de sanciones son las paradas y estacionamientos indebidos (87.034 denuncias), así como los excesos de velocidad (83.471). Cabría pensar que las nuevas formas de moverse por el casco urbano de Zaragoza han contribuido de forma notable al aumento de los expedientes sancionadores. Pero las multas impuestas a los ciclistas han disminuido (de 1.997 a 1.843), aunque las de patinetes han experimentado un repunte significativo (de 5.619 a 7.907).

Está claro que el sistema de multas es un instrumento útil para convencer a los ciudadanos menos responsables de la necesidad de cumplir las normas por el bien de todos. En este sentido, la Policía Local realiza una labor fundamental al sancionar conductas que entrañan enorme peligro, como saltarse un semáforo en rojo o circular tras haber consumido alcohol o drogas. No obstante, también hay que tener presente que las multas no son una fuente de ingresos de los ayuntamientos. No cabe utilizarlas con afán recaudatorio sino para mejorar la calidad de vida de la ciudad.