Opinión
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¡Atrévete a pensar!

¡Atrévete a pensar!
¡Atrévete a pensar!
POL

El metódico filósofo prusiano publicó en 1784 un breve texto titulado ‘¿Qué es la Ilustración?’. 

Pocos años antes de la Revolución Francesa y cuando los grandes monarcas europeos practicaban el despotismo, explica que la Ilustración consiste en que los ciudadanos protagonicen la política, que salgan de una minoría de edad culposa (por minoría de edad entiende la incapacidad de usar la razón por uno mismo, plegándose al criterio de otro; y es culposa porque el ser humano acepta esta dependencia voluntariamente). Por eso, conmina a sus conciudadanos a pensar de forma autónoma, a salir de la pereza mental y la apatía que hacen suscribir los argumentos ajenos sin analizarlos.

En la actualidad, nuestra sociedad también está atenazada por una desidia semejante. Actuamos al dictado de las redes sociales o nos desentendemos de la vida pública. El omnipresente teléfono móvil se ha convertido en una herramienta de subyugación digital que crea adictos y aísla al ciudadano, según uno de los herederos del autor de ‘Crítica de la razón pura’, el filósofo alemán de origen coreano Byung-Chul Han.

En el tricentenario de Kant resuena su ideal cosmopolita de ciudadanía común. Pero, ¿qué nos diría ahora el pensador más influyente de la modernidad?

Ante tanto Tik Tok y tanto narcisismo, Kant resulta imprescindible porque "no hay pensador moderno más inevitable que él" (Savater). En su época, batalló con rigor contra quienes aspiraban a eternizar el viejo despotismo (¡Todo para el pueblo, pero sin el pueblo!). Hoy lucharía contra el aluvión de teorías conspiranoicas, miedos, política emocional, nuevas figuras autoritarias y la anacrónica persistencia de la guerra.

En ‘La paz perpetua’, el llamado ‘sabio de Königsberg’ sostuvo que nuestro planeta es redondo para que los humanos no nos dispersemos hasta el infinito y nos soportemos mutuamente, "pues nadie tiene originariamente más derecho que otro a estar en un determinado lugar de la tierra".

En esta línea, el modelo de vida europeo, mezcla de libertades y de la protección que proporciona el Estado del bienestar, se sustenta sobre la política del bien común. Por eso, es preciso que los ciudadanos dejen de pensar como individuos privados y rescaten el concepto de responsabilidad colectiva. Estamos en el siglo XXI, pero seguimos necesitando el espíritu solidario que movilizó a mitad del siglo XX a los europeos a reconstruir sus países o a los españoles, después de la dictadura de Franco, a levantar un régimen democrático.

Quizás, nos volvería a lanzar su mensaje imperativo: ‘Sapere aude’. Hoy, incluso, sería más categórico: ¡Atrévete a votar!

Hoy, un día antes de que se abran las urnas en toda Europa para elegir a nuestros representantes, Kant nos diría de nuevo que hay que dedicar un poco de tiempo a la vida pública. Nos advertiría que, si no hacemos política, nos la harán otros, seguramente los más aprovechados. Nos avisaría de que no se puede dar por hecha la democracia, igual que en su época no se podía dar por hecha la Ilustración. Nos recordaría que, por suerte, somos ciudadanos de un sistema liberal; que tenemos muchos derechos y libertades, pero también obligaciones. Nos alertaría sobre la tentación de mantenemos al margen, de aislarnos en nuestra zona de confort. Nos revelaría que, si no votamos, también estamos haciendo política; en concreto, antipolítica.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Javier Rueda en HERALDO)

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