Opinión
Suscríbete
Cerebro
Cerebro
Pixabay

Desde hace un tiempo vengo notando que no me oriento como antes en mi propia ciudad. Cuando un taxista me pregunta por dónde quiero ir, si por el Camino de las Torres o por la Gran Vía, suelo elegir la Gran Vía porque me gusta más el recorrido. 

Y entonces me acuerdo de los taxistas de Londres por un experimento que se hizo con ellos sobre la plasticidad del cerebro. Para obtener la licencia los taxistas de Londres tienen que superar una prueba que consiste en memorizar más de 25.000 calles. El aprendizaje medio es de 3 años. El experimento consistió en el seguimiento, durante el tiempo de preparación y mediante imágenes con resonancia magnética, del hipocampo de varios grupos de candidatos a taxistas. Se demostró que los que habían superado el examen tenían un hipocampo más desarrollado. La conclusión del experimento era que el cerebro cambia constantemente por efecto del entrenamiento y la experiencia. Parece lógico pero, a menudo, también cambia a peor, como en mi caso y el de muchas personas que me dicen que pierden facultades con la edad. Cuesta asumirlo. Lo cierto es que no voy a un gimnasio para fortalecer mis músculos y tampoco hago mucha gimnasia cerebral programada, que me parece que me falta tiempo. Pero eso no quiere decir que descuide mis anhelos de mejorar como persona, o de ser un poco más feliz, o menos gruñona, o más adaptable, pase lo que pase alrededor. Puede suceder que prefiera un recorrido con árboles y bellos edificios en contra de la opinión del taxista, o que prefiera sentarme a tomar un vermú bajo un castaño de indias mejor que bajo un toldo.

Ya lo dijo Ramón y Cajal, que todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro. 

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Cristina Grande en HERALDO)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión