Opinión
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Por
  • Juan Antonio Frago

El insigne Cervantes de Alcalá fue

El insigne Cervantes de Alcalá fue
El insigne Cervantes de Alcalá fue
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Ha cundido en los medios la noticia de que un documento judicial hispalense de 1593-1594 probaría que el autor del universal ‘Quijote’, por ende de toda la obra cervantina, nació en Córdoba y que el acta bautismal de Alcalá corresponde a un primo segundo del cordobés, homónimo suyo, lo cual supondría cambio tanto de naturaleza regional como de autoría, y en los comentarios suscitados ninguna alusión al hecho lingüístico hay. 

Tampoco en los profesores de la Universidad de Sevilla que niegan tan peregrina atribución natal, quizá porque crean que sus razones son suficientes contra el dislate; todo habría consistido en un falso testimonio de Cervantes en defensa de un amigo. Ahora bien, ante cualquier disyuntiva de autoría la consideración lingüística es fundamental, pues, en este concreto caso, no sería lo mismo que la bien cortada pluma de los preciados escritos en cuestión fuera de un castellano o de un andaluz, cuando mucho antes de su publicación los andaluces y de otras regiones se distinguían bien en el hablar, y por tanto en el escribir. Claro es que la misma Academia hasta 2011 no admitió un "subsistema del seseo", y con manifiesta endeblez histórica, sin que las hablas andaluzas le hayan sido campo especial de estudio.

No cabe dudar de que Miguel de Cervantes naciese en Alcalá de Henares

A Cervantes sobre todo le interesaban las diferencias socioculturales en el lenguaje, aunque tampoco le resultaba ajena la variación geográfica del español. De gran propiedad dialectal es la descripción del patio de Monipodio, donde había "un ‘tiesto’, que en Sevilla llaman ‘maceta’ de albahaca" (‘Rinconete y Cortadillo’), esta voz por entonces propia de andaluces, la primera del centro y norte peninsular. Del ‘Quijote’ es la cita "un pescado que en Castilla llaman ‘abadejo’ y en Andalucía ‘bacallao’, en otras partes ‘curadillo’ y en otras ‘truchuela’". Bien es verdad que Cervantes emplea pocos dialectalismos, sobre todo andalucismos (‘aljofifado’, e ictiónimos como ‘acedía’ y ‘albur’), asimilados en sus años andaluces como comisario real para el aprovisionamiento "de los galeones de España". Por los caminos de Andalucía junto a gentes populares, "un cerrajero que fue conmigo a los cortijos", recibió el uso de ‘halda’ o saca grande, "de alquilé tres ‘haldas’ que sirvieron en toda la molienda", causándole prisión un desencuentro en las cuentas, que solventaría. En su cometido de comisario para la saca de vituallas, "pide y suplica" que se haga "un repartimiento de la cantidad que se le puede dar", a fin de "evitar las quexas que se suelen recrecer de sacar más cantidad al pobre que al rico".

Un análisis lingüístico confirma que no era, como algunos pretenden ahora, de origen andaluz

El criterio seguro de distinción regional es el fonético, desde que el dialecto andaluz se muestra asentado en el siglo XV (véase mi ‘Historia de las hablas andaluzas’); pero no se conocen textos del tal primo segundo. Si los hubiera, y siendo cordobés, presentarían trueques entre ‘s’ y ‘c, z’; Mateo Alemán diría que "que andan confusas la ‘c’ y la ‘s’", y él mismo como seseante las confunde, igual que mucho después Gustavo Adolfo Bécquer en sus autógrafos. En cambio, los 11 manuscritos cervantinos originales, que en edición facsímil analicé (‘Taberna Libraria’), ofrecen concordancias con el ‘Quijote’, demostrativas de deberse a una misma pluma. Así, mientras el maestro Correas de la variación ‘trajo’-‘trujo’ prefería la primera forma. En el corpus quijotesco es única la presencia de la segunda, con decenas de testimonios y en perfecta coincidencia con dichos manuscritos autógrafos, en los que solo aparece ‘trujo’, con 12 ejemplos en un solo documento. Y ello en nada empaña la genialidad literaria del maestro de Alcalá, que tuvo un excepcional dominio de la lengua en su expresión oral y supo hacerla arte en la escritura. Lo que no le evitaría el sinsabor del desaire que recibió su carta a Antonio de Eraso, del Consejo de Indias, en solicitud de un cargo en América.

Juan Antonio Frago es catedrático emérito de Historia de la lengua española de la Universidad de Zaragoza y académico correspondiente de la RAE

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