Opinión
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Los mítines, de la plaza a la calle

Un aspecto del mitin de Alberto Núñez Feijóo en Zaragoza.
Un aspecto del mitin de Alberto Núñez Feijóo en Zaragoza.
Ramón Comet / Europa Press

Hubo un tiempo en el que, cuando llegaba la campaña electoral, los partidos se disputaban la plaza de toros como escenario de su mitin principal. 

Así ocurrió en Zaragoza en 2011, cuando la Junta Electoral tuvo que poner paz y repartir la Misericordia. Pero ya hace mucho que ningún político aspira a ejercer de Manolete, nadie tiene tirón para llenar un ruedo. Una cosa es que los tuyos vayan a votar por ti, pero pedirles que pierdan una mañana jaleándote, es mucho pedir, salvo para los más entregados, que no son tantos, o los que esperan que algo les caiga en el reparto. De modo que ahora los mítines han salido a la calle y se celebran en un parque o en la vía pública, donde los huecos pasan más desapercibidos que en el cemento y la arena de la plaza. Así, Yolanda Díaz y Sumar juntaron a unas trescientas personas en el parque de Delicias; Vox y Abascal, a un millar en la plazuela aneja a la Delegación del Gobierno, y el PSOE, sin su cabeza de lista, Teresa Ribera, que por cierto todavía no ha firmado el Convenio de Transición Justa prometido cuando se cerró la térmica de Andorra, a cuatrocientos asistentes en el Jardín de Invierno. Y ayer, el PP, con presencia de Alberto Núñez Feijóo, reunió a mil quinientos partidarios en la calle Moret, entre el cerrado Museo de Zaragoza y la abandonada Escuela de Artes y Oficios. Ojalá que este ‘bajar a la calle’ de los mítines significase un acercamiento real al ciudadano y sus preocupaciones. Pero lo dudo. Y, por otro lado, no deja de resultar curioso que el PP eligiese la vía dedicada a Segismundo Moret, que fue en su época líder liberal-progresista, es decir, la izquierda del sistema constitucional de la Restauración. ¿No les hubiese cuadrado mejor la calle del conservador Cánovas? En fin, da lo mismo, el interés que está despertando esta campaña electoral es manifiestamente escaso. Los ciudadanos se saben ya todos los mantras y no necesitan que se los repitan, ni en la plaza ni en la calle.

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