Zaragoza inauguró ayer su Feria del Libro, que es una de las más importantes que se celebran en nuestro país y uno de los acontecimientos culturales más destacados en Aragón.

 Reforzado además su atractivo por la etapa de esplendor que vive la literatura aragonesa gracias al talento de sus escritores, como muestra de manera destacada la relevancia internacional que ha alcanzado Irene Vallejo, que el viernes recibía el Premio de las Letras Aragonesas

El certamen de este año viene a consolidar el Parque Grande como una afortunada ubicación, que ya en la pasada edición recibió a un muy numeroso público en el amplio y acogedor escenario de la avenida de San Sebastián. Allí, hasta el 9 de junio, estarán las setenta y cinco casetas en las que editoriales, distribuidores y libreros mostrarán sus fondos y novedades, y por las que pasarán cuatrocientos autores, cuya presencia constituye uno de los más potentes atractivos de la Feria. La oportunidad de conocer en persona a una escritora o un escritor por quien se siente devoción y de recibir su firma en un ejemplar es para muchos lectores un momento especial. En tiempos de novedades tecnológicas se hace necesario potenciar la lectura de libros, y de la prensa, como un valioso contrapeso frente al poder de las pantallas y como nexo que nos une con la tradición cultural y que estimula la reflexión pausada y la imaginación, al margen del ritmo vertiginoso de otras fuentes de información. El libro y la literatura han de estar presentes en la formación de los jóvenes y también deberían estarlo en la conformación de la conciencia cívica y humana de todo ciudadano. El libro, la edición y la imprenta dan lugar, por otra parte, a un importante sector económico, cuyo peso en Aragón es también notable. Pero la Feria del Libro es, ante todo, una fiesta a cuyo disfrute los lectores no pueden faltar.