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Dioses humildes

Dioses humildes
Dioses humildes
Pixabay

El protagonista de la canción ‘With God on Our Side’, grabada por Bob Dylan en 1963, dice que su país siempre ha luchado "con Dios de su parte". Así fue contra "los indios", contra España y en las dos Guerras Mundiales. 

Y así será también, sostiene sin quejarse, porque "no te haces preguntas cuando Dios está de tu parte", si los rusos "nos obligan" a "apretar el botón" de la aniquilación total.

Sin embargo, en la parte final de la canción toda esa convicción se diluye en "horas oscuras" y en "confusión". Hasta el punto de que ese mismo individuo acabará afirmando en el último verso que, "si Dios está de nuestra parte, parará la próxima guerra".

Esa "próxima guerra" fue para los Estados Unidos la de Vietnam. Y en esta, como en las otras que ha habido en el mundo desde entonces, Dios ha seguido presente en cada bando. Un Dios, además, que no es el que vela por su particular pueblo devoto, como hacían, si acaso, las divinidades antiguas. Por el contrario, se trata de un Dios universalista y monoteísta, que, marcando ideologías de todo signo, se identifica por completo con La Causa por la que se lucha, que, santa o laica, es siempre sublime y justa.

Así las cosas, La Causa propia se convierte en El Bien absoluto, y la del enemigo, en El Mal, igual de absoluto. Y en este enfrentamiento escatológico no caben componendas. Solo es moralmente admisible la derrota total del enemigo, al precio que haya que pagar.

De modo que, en vez de tener dioses soberbios, cargados de toda la razón, nos iría mejor con otros más de andar por casa, más particulares, sencillos y humildes. Porque, al fin y al cabo, como sugiere la canción de Dylan, solo un Dios que permite hacerse preguntas concede la oportunidad, aunque sea mínima, de parar una guerra.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Javier Usoz en HERALDO)

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