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  • Alfredo Ezquerro Solana

El cuartel de Barbastro: en busca del arca perdida

El cuartel de Barbastro: en busca del arca perdida
El cuartel de Barbastro: en busca del arca perdida
Heraldo

Desde tiempos remotos ha existido una directa relación entre Barbastro y el Ejército. Su privilegiada situación geoestratégica en la extensa cuenca del río Cinca, ha hecho que se haya considerado imprescindible la existencia de un alojamiento para las tropas.

Influida sin duda por esta tradición, la ciudad inicia en 1918 las gestiones para conseguir una guarnición militar. A tal fin, en abril de ese año el alcalde Sr. Alfós ofrece por carta al capitán general los terrenos para albergar un batallón de Infantería, informando en su misiva que "estamos dispuestos al sacrificio necesario".

Las esperanzas de la ciudad se confirman el 18 de agosto de 1918, fecha en la que el Ministerio de la Guerra asigna a Barbastro el Regimiento de Artillería Ligera de Campaña n.º 10, de guarnición en Getafe.

La construcción del nuevo cuartel se acomete de inmediato. Se movilizan las fuerzas vivas de la ciudad y se realiza una oferta formal de terrenos al ramo de Guerra en la partida de Cantarigal, junto a la carretera de Monzón. Para sufragar los gastos de la operación se suscribió un empréstito de 100.000 pesetas avalado por un buen número de barbastrenses.

En 1919 se aprueba el proyecto y en enero de 1921 se procede a la ceremonia de colocación de la primera piedra, en cuyo desarrollo seguiremos al pie de la letra la extensa crónica publicada en ‘El Cruzado Aragonés’ de Barbastro.

El sábado 15 de enero llega a la ciudad por ferrocarril en nuestra querida ‘Burreta’ D. Antonio Aura, diputado por Barbastro. El capitán general, D. Juan Ampudia, llega algo más tarde en su auto y ambos se alojan en el hotel San Ramón. El domingo 16, la comitiva se reúne en el Coso y tras un llamativo desfile de vehículos se traslada a Cantarigal, donde más de 6.000 barbastrenses se agolpan para presenciar la histórica escena.

En el ángulo de una zanja abierta para cimientos se ha colocado una polea con la que se introducirá en el lugar previsto "una arquita de acero" en la que se van a depositar los documentos más importantes relacionados con la construcción del edificio. Varios fotógrafos aficionados preparan las cámaras para impresionar en sus placas la escena. El Sr. Obispo se dirige a los barbastrenses para felicitarles por la inauguración del nuevo cuartel y bendice la primera piedra. En el interior de la arqueta se introduce el acta municipal levantada para dar fe del acontecimiento, que firman el capitán general, el obispo, autoridades militares y el alcalde de la ciudad, Sr. Palá Mediano. Se añaden copia de la real orden de aprobación del proyecto, algunas monedas de la época y dos ejemplares de ‘El Cruzado Aragonés’ del día anterior.

El alcalde entrega la arqueta al capitán general, quien la deposita en su alojamiento de la primera piedra y con una paleta de plata lanza una paletada de cemento, hecho que repiten a continuación las principales autoridades. Para finalizar, se interpreta el patriótico himno de ‘La canción del soldado’, ejecutado por la banda del Regimiento del Infante n.º 5, venida desde Zaragoza.

Siguen los correspondientes discursos. El capitán general anuncia que el cuartel llevará el nombre de ‘General Ricardos’, en honra y memoria del héroe del Rosellón e ilustre hijo de la ciudad. Por su parte, el Sr. Alcalde expresa la gratitud de su pueblo hacia las distinguidas autoridades militares que tanto interés han demostrado por Barbastro. El acto finaliza con el capitán general, puesto en pie en medio de la multitud, lanzando los preceptivos gritos de ¡Viva el Rey!, ¡Viva España!, ¡Viva el Ejército! y ¡Viva Barbastro!

Concluye aquí el detallado desarrollo del acto, en el que hemos procurado conservar en parte el florido lenguaje empleado por el periodista en aquella mañana de enero de 1921. Días después comenzaron las obras, y la arqueta quedó enterrada para siempre en alguno de los muros del cuartel.

Durante mi mando en el Regimiento de Barbastro entre los años 1993 y 1995, hablé en repetidas ocasiones sobre la ubicación de la arqueta con el ingeniero militar que tenía a su cargo la conservación de las instalaciones. Llegamos a la conclusión de que no sería muy difícil, repasando este relato de ‘El Cruzado’, averiguar dónde puede estar enterrada. La crónica periodística podría servir como una especie de plano del tesoro que nos conduciría a la localización del lugar exacto.

Recuperarla sería un hecho simplemente anecdótico. Lo importante es darle un destino a ese todavía espléndido Pabellón Principal, único edificio del cuartel que permanece en pie, antes de que la piqueta del olvido y el abandono acaben con él. En alguna ocasión he propuesto que se establezca allí un Museo del Soldado, como una hijuela del Museo Militar de Toledo, donde España entera rindiera culto a los españoles que durante siglos llevaron en alto nuestra bandera por todo el mundo. Repararíamos así un clamoroso olvido, pues en el Museo toledano apenas se incluyen unos pocos recuerdos sobre la tropa.

Si este ambicioso proyecto no fuera posible, también podría servir el edificio para instalar un centro de atención social para la tercera edad, de los que no andamos muy sobrados en el Somontano. Allí, aún podrían ser atendidos aquellos soldados veteranos que desde la segunda mitad del pasado siglo XX ‘pelaron guardias’ ante la puerta principal y saludaron al ‘usía’ con un enérgico taconazo cuando éste llegaba al cuartel.

Alfredo Ezquerro Solana, general de División (R), fue coronel jefe del Cuartel ‘General Ricardos’ de Barbastro entre 1993 y 1995

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