Opinión
Suscríbete

Homenaje a los curas

Vallejo, Pedro y Dorca junto al canónigo del Pilar, Juan Antonio Gracia
Vallejo, Pedro y Dorca junto al canónigo del Pilar, Juan Antonio Gracia
Sandra Lario

No está de moda un homenaje a los curas, sujetos al simplismo de la crítica fácil y a generalizaciones vagas con ánimo de desprestigiar. 

Como mucho de lo que tiene que ver con la religión católica, que cobra actualidad por el pintoresquismo de una quincena de monjas engatusadas por el discurso ampuloso de un prestidigitador hecho predicador. Pero olvida las miles de historias de muchas otras y otros, que dejan su vida en entrega a Dios y fidelidad a la Iglesia.

Se descarta el interés por quienes, en variadísimas iniciativas eclesiales, atienden las necesidades de aquellos de los que nadie se ocupa, desheredados de todo, a los que arropan, visten y dan de comer. O los que, de pueblo en pueblo, de parroquia en parroquia, se ponen al servicio de los que requieren, sin tiempo, sus horas.

Desea también la Iglesia, de vez en cuando, encender una luz sobre esa disposición; y brindar su reconocimiento a quienes sellan esa trayectoria con números redondos: 25, 50, 60 y hasta 75 años de ministerio sacerdotal. Que advierte de ese ejemplo de entrega a Dios y a los demás. Y con ese motivo tuve la oportunidad de acudir a la Misa celebrada en la basílica del Pilar, con mi ilusión de acompañar en ese homenaje a Juan Antonio Gracia, el más longevo de los curas de Aragón, con tres cuartos de siglo de dedicación cuando va a afrontar el centésimo año de su fecunda vida.

Guarda su alargada trayectoria los perfiles de una persona de Dios por encima de todo; orador formidable, periodista de reflexión acertada y profunda, persona queridísima por su entrega y disposición, y con un enorme amor por su Real Zaragoza, del que sigue siendo capellán, ahora ya emérito. Y del que ya forma parte de su historia.

Junto a él se alineaban sacerdotes algunos mayores y otros mucho más jóvenes. Que recibieron el homenaje de quienes nos congregamos en el Pilar, en un acto emotivo, guiado por el Arzobispo Carlos Escribano. Orgulloso también él, como cientos de miles de católicos, de la labor de entrega callada de esos curas de una misma vocación: el servicio a los demás. 

Miguel Gay es periodista

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Miguel Gay en HERALDO)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión