Opinión
Suscríbete
Por
  • Toni Losantos

Mar

Mar
Mar
Pixabay

Aunque algunos días claros, batidos por el cierzo o por la indiferencia, desde las barbacanas sudorientales de la Ibérica puede verse el Mediterráneo; y aunque desde aquí bajaron codiciosas y optimistas las huestes del Conquistador hasta los feraces huertos de Valencia, esta se supone, sin embargo, después de sucesivas renuncias, una ‘tierra sin mar’ (bello y palmario título para aquel libro del olvidado apóstol), y el ‘mare nostrum’ se habría quedado en ‘mare vostrum’, difuso objetivo allende la marca de San Agustín y Barracas.

Bajan el Turia, el Mijares y el Palancia a empapar las tierras de Levante, y con ellos bajaron y siguen bajando en túrbido desorden las gentes de la sierra, que gota a gota se va vaciando por los cauces de la historia. Se precipitan las claras aguas y dejan atrás un pávido agostamiento de montes solos y masadas ruinosas donde ululan los espíritus. No hay mala fe en esta rendición. En rigor, no es una rendición, sino un acomodo, una argucia.

Porque la autovía Mudéjar también es un río, un río de penúltima generación. Cuesta abajo y cuesta arriba. Interesa esto último, ese fluido inverso que escala los fines de semana por el triple carril del Ragudo hasta las altas sierras. Es una invasión de ida y vuelta, una cabalgada sin otro botín que respirar el aire limpio, ensuciándolo un poco; sin otro objeto que disfrutar a voces del silencio. Una depredación blanda y amistosa.

Hay en invierno pistas de esquí ‘prêt-à-porter’, está el fingido frescor en las noches de verano, se asoman al otoño los tímidos rebollones…; eso sin contar el cielo siempre tan limpio, el horizonte siempre tan generoso. Y siempre, siempre, las cosas del comer.

Arden los neumáticos en ese breve viaje a la semilla, de la tarde del viernes a la tarde del domingo, cuando, de regreso, la A23 despide un vago aroma de autopista cortaciana. Ocurre cada semana, en una confusión gozosa de mar y montaña, tan próximos que disuelven la presunta frontera entre el uno y la otra, a despecho de la España de las autonomías. Unos bajaron y otros suben, y quizá son los mismos: argonautas por el mar de los viejos reinos.

Toni Losantos es profesor de instituto en Teruel

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión