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  • Jesús Morales Arrizabalaga

Democracia cuántica

Democracia cuántica
Democracia cuántica
Heraldo

Los resultados del PP en las elecciones de julio de 2023 y del Partido de los Socialistas de Cataluña en las recientes de 12 de mayo son cuantitativamente comparables. Pero nuestra lógica constitucional necesita convertir esos números de votos en conceptos.

Este cambio de escala (número-palabra) es una transición muy delicada; momento propicio para sesgar la narración haciendo posible que unos mismos datos fundamenten narraciones tan confrontadas. La semejanza de resultados ha sido confirmada por Puigdemont, naturalmente para pedir analogía en las consecuencias: hacer posible que ‘gane’ el que no ha ganado.

No tengo localizado ningún analista que niegue la condición de vencedor al PSC encabezado por Illa. Sin embargo las cohortes retóricas del PSOE se conjuraron para retorcer esa transformación de números en palabras y afirmaron con contundencia la derrota del PP en las generales. Así, en sus narraciones de argumentario, este partido que obtuvo más votos, que ganó, resulta que no ganó.

Según oímos, un partido político puede ganar y no ganar unas mismas elecciones.

En España las elecciones tienen como finalidad formar las cámaras legislativas, pero como estos cuerpos legisladores controlan la investidura de Presidente se producen equívocos. Si no nos expresamos con rigor puede fácilmente generarse la impresión de que en unas elecciones legislativas los ciudadanos estamos eligiendo Presidente. No es así: que Núñez Feijóo no haya terminado como Presidente del Gobierno no sirve para afirmar que el PP haya perdido las elecciones legislativas. Son dos procesos distintos, con reglas y mecanismos de éxito diferentes. Por eso es posible ‘ganar’ en uno pero que no se consiga trasladar esta victoria al otro proceso indirecto de designación de Presidente. No es mecánica cuántica, ni tiene relación con el gato de Schödinger. Es la consecuencia de un diseño institucional confuso, que debe gestionarse con el máximo cuidado expresivo.

Los ciudadanos elegimos diputados y diputadas. No elegimos Presidente de Gobierno, aunque puede parecerlo. Esta convergencia de procesos diluye todavía más la división de poderes y prácticamente anula la capacidad del legislativo para condicionar al Ejecutivo. En España es imposible una situación de "cohabitación" como la que tuvieron que afrontar Mitterrand, Chirac, Obama…

Es falsa la afirmación de que el PP ha perdido las elecciones de julio de 2023. Es el ganador. Ninguna otra candidatura obtuvo más votos ni actas de diputado. La publicitada campaña contra el bulo podría comenzar en la propia casa; eso le daría alguna credibilidad.

Aunque evoca el experimento de Shrödinger, no tiene relación con la mecánica cuántica. Es el resultado del uso poco cuidadoso y perverso de conceptos básicos de nuestro lenguaje

En cualquier caso, en mi opinión, lo más grave es el sacrificio del matiz, el advenimiento de ese tono mitinero impostado con el que algunos políticos (muchos con cara de escolares ejemplares) se disfrazan de líderes radicales. Y gritan, con los gallos del que no tiene pericia ni costumbre en las asonadas callejeras.

Si la sociedad no es capaz de asimilar los conceptos tranquilos, matizados, necesarios para exponer ideas de alguna complejidad, tenemos un problema. El éxito de políticos bocazas, de sus bravuconadas, señala un camino mediante una simplificación del discurso tan irritante como eficaz. Ni derecha ni izquierda: o el lenguaje del matiz necesario para sustentar nuestros modelos políticos complejos, o el lenguaje de los totalitarismos que hasta los iletrados entienden. El tema tiene análisis esclarecedores (Klemperer, La lengua del Tercer Reich, 1975,…). En nuestro afán por generar conocimiento nuevo no vayamos a olvidar lo que supimos. 

Jesús Morales Arrizabalaga es profesor de la Universidad de Zaragoza

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