Transparencia
El otro día en una sesión con mi psicólogo hablábamos sobre la transparencia y sobre la necesidad o no de esta. No lo dije en su momento, pero se me quedó rondando una idea que apunté al salir: recordé ese videojuego al que solíamos jugar, Los Sims, y esas paredes que se convierten en transparentes para que podamos verlos dentro de la casa.
Así tenemos acceso a la intimidad de los protagonistas, los vemos interactuar entre las cuatro paredes de su casa y solo si pulsamos un botón esta recupera sus muros, vemos la vivienda tal y como es. Creo que escribir es eso: convertimos nuestras paredes en transparentes para que quien nos lea tenga acceso a nuestra intimidad, pero solo a lo que queremos nosotros, las acciones que mandamos.
En el programa homenaje de Página 2 que se emitió la noche que supimos del fallecimiento de Paul Auster, el escritor americano declara: "Tengo la sensación de que hablando de mí mismo hablo también de los demás": por eso tenemos tan interiorizado eso de contar lo que nos pasa, porque queremos no sentirnos tan solos. Sin embargo, cómo decirlo, también juzgo necesario elegir lo que queremos o no contar, saber seleccionar a qué damos acceso y qué historia queremos construir en torno a nosotros. Por mucho que mostremos hay algo que siempre es propio y no se ve, que incluso nosotros desconocemos, aunque queramos tirar las paredes. Y tal vez al querer ser transparentes aspiremos tan solo a contar eso: que en toda transparencia hay algo opaco a lo que ni siquiera el que cuenta tiene acceso, y es eso lo que nos duele. No hay botón ni tecla que lo remedie. Lo seguimos intentando.
Sergio Royo es escritor