Opinión
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Infantilismo trilero

El candidato de Junts a la presidencia de la Generalitat, Carles Puigdemont
Puigdemont
David Borrat

La fuerza electoral de PP y PSOE, muy notable tras la victoria de estos últimos en la nacionalmente tensa Cataluña, está desviando a la política patria de una cuestión importante: el bipartidismo no es lo que era.

El fortalecimiento de ambas formaciones, capaces de gobernar regiones y ciudades, parece omitir un hecho, y es que en España es ya casi imposible gobernar en solitario. Las grandes centrales electorales del voto a izquierda y derecha cuentan con sus propios partidos nacionales, Sumar y Vox, que les erosionan electorado. Y algo mucho más complejo, pero similar en el fondo, pasa por ejemplo en País Vasco, Navarra y Cataluña. Esto arroja una conclusión evidente: nuestro país se debe acostumbrar a gobernarse en pacto o coalición, pues si la variedad de opciones políticas no ha resultado tan amenazante para el tradicionalismo electoral, sí ha transformado para siempre el modo en que estos partidos podrán gobernar. Una circunstancia que no afecta solo a los dos hermanos mayores y a sus homólogos catalanes y vascos (el ex CiU Junts, ERC, PNV), sino también a todas esas formaciones de reciente creación cuyos votos son oro en paño para conformar gobiernos.

Digo esto, tan evidente, porque no hay elecciones a las que no les suceda una corriente de infantilismo trilero tremendamente alejado del honroso proceso de formar mayorías parlamentarias que hagan posible un Ejecutivo.

Puigdemont, probablemente de las peores cosas que le han pasado a España, a Cataluña e incluso al ‘prusés’, lo ha demostrado estos días con una suerte de chantaje para que el PSC le haga ‘president’. No es, lamentablemente, el único caso. Por el contrario, como país necesitamos una política que explique actuando desde la razón y la ideología, que nos debemos a un sistema parlamentario que debería encontrar en el pacto no un problema sino una forma más integradora de gobernar. Esa opción, lejana, es quizá una de las vías más honestas para acabar con la crispación y, tal vez, para cambiar a un país de 47 millones de opiniones que a veces parecen incompatibles.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Juanma Fernández en HERALDO)

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