‘Pan y circo’, ‘pizza y series’
Vivimos un cambio de paradigma. Hemos pasado de la sociedad disciplinaria a la del rendimiento. De las imposiciones laborales externas (Foucault) a la autoexplotación (Byung-Chul Han). Del ‘homo videns’ al ‘homo digitalis’.
De la televisión a Tik Tok. Del ‘pan y circo’ al ‘pizza y atracón de series’. Del súbdito acultural al ciudadano que transita precipitadamente por las cinco etapas de la evolución: precultura, cultura, contracultura, poscultura e incultura.
Los arquetipos son otros. Ya no hay lucha de clases sino lucha por captar la atención del público. Nunca ha sido más fácil manejar la emoción que la razón. Una indigerible sobredosis de información nos aboca cada vez más a la agnosia. Taylor Swift, la reina Midas de la música, es la nueva musa global. Venecia está a punto de zozobrar como el más gigantesco Titanic de nuestra desmesura. Los centros comerciales dejan paso a los multitudinarios conciertos. Un conejo de acero inoxidable que parece un globo de helio ha hecho de Jeff Koons uno de los artistas más cotizados. Nadie lee ya a Bukowski, el poeta maldito: "El arte solo es inteligente si te sacude las entrañas, de lo contrario es pura cursilería".
Transmuta el espíritu de nuestro tiempo. Lo real hibrida con lo virtual, el hombre lo hace con el robot, la mente con el ordenador, lo humano con lo posthumano. Para no morir a causa del colesterol, hacemos ‘footing’ (algo así como ‘correr sin parar y morir de un infarto’, según la interpretación jocosa de Umberto Eco). En el Japón del último año, 68.000 ancianos han muerto solos en su casa. En España, el afecto que podríamos esperar de las personas lo buscamos hoy en los perros.
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