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  • Carlos Ferrer Benimeli

Imprescindible, ¿para qué?

Imprescindible, ¿para qué?
Imprescindible, ¿para qué?
Pixabay

Algunos adjetivos como ‘imprescindible’ o ‘necesario’ precisan viajar acompañados de alguna preposición (en, para, etc.). Por ejemplo: "Una buena ropa de abrigo es imprescindible ‘en’ el Polo Norte" o "estudiar mucho es imprescindible ‘para’ sacar las oposiciones a notario". 

Sin embargo cada vez es más frecuente en prensa, radio y televisión encontrar el término ‘imprescindible’ en plan solitario, sin el amparo de preposición alguna. A mi juicio se trata de un mensaje muy arrogante para marcar diferencias. Y así podemos leer u oír cosas como "Faulkner, un autor imprescindible" o "el ‘Ulises’ de Joyce, una novela imprescindible". ¿Imprescindible para qué? "Para que usted pueda considerarse a la altura de ‘mi’ élite cultural". ¿Qué pasaría si yo le dijera que la ecuación matemática de Schrödinger es imprescindible?

Lo de ‘imprescindible’ (a secas) es, para mí, un claro caso de soberbia, y divismo. El ‘leído’ sabe perfectamente que más del 99% de los españoles no ha leído jamás nada de Faulkner ni de Joyce. E incluso que entre ellos hay muchos catedráticos, notarios, neurocirujanos e ingenieros de caminos, cuya formación cultural es relativamente alta aunque no hayan leído a Joyce, pero que sí son totalmente imprescindibles ‘para’ que este país funcione. Es más, sólo el 20% de los españoles ‘dice’ haber leído ‘El Quijote’, y yo me ‘barrunto’ que casi todos ellos mienten como "bellacos descomulgados" (sic).

Decir que algo es ‘imprescindible’ sin especificar ‘para qué’ es imprescindible suele ser la tarjeta de presentación de un egocéntrico encantado de saberse importante en su pequeña parcelita cultural, literaria, gastronómica, etcétera

En las páginas culturales de un diario, y refiriéndose a libros portugueses, un encabezamiento dice: "Diez títulos imprescindibles de las letras portuguesas del siglo XXI" (supongo que son imprescindibles ‘para’ preparar una cátedra de ‘Literatura portuguesa’). En otras páginas culturales y refiriéndose a libros peruanos: "Diez imprescindibles" (‘para’ no se sabe qué). Un diario anuncia para el siguiente dominical cinco "Temas imprescindibles" (yo ‘prescindí’ ese domingo de leer alguno de los citados temas y juro que salí ileso). En un programa televisivo diario hubo una sección titulada ‘Las seis noticias imprescindibles’ (si el resto de noticias eran ‘prescindibles’ ¿por qué no reducían los telediarios a diez minutos?). Otro programa televisivo sobre personajes de la cultura española se titula ‘Imprescindibles’ (la directora de este programa dice en una entrevista que es "imprescindible ‘para’ entender este país"; pues eso). Sobre un restaurante de Santander: "Su cata de vinos (fuerte en biodinámicos) y especialidades como el ‘steak tartar’ de picaña de buey con mostaza encurtida y pan de centeno casero hacen de (nombre del restaurante) un imprescindible" (pero si usted anda justo de fondos ‘prescinda’ de ir a ese restaurante).

Decir que algo es ‘imprescindible’ (así, a secas) es la tarjeta de presentación de un egocéntrico encantado de saberse importante en su pequeña ‘parcelita cultural’ (literatura, gastronomía, etc.), algo así como un párroco en su parroquia.

El poeta Jean Cocteau decía: "Yo sé que la poesía es imprescindible, pero no sé para qué". Era consciente de la necesidad del ‘para qué’.

N. B.: La ecuación de Schrödinger (coetánea del ‘Ulises’) es imprescindible ‘para’ entender en Física el desarrollo científico de la Mecánica Cuántica.

Carlos Ferrer Benimeli es profesor jubilado de la Universidad de Zaragoza. Este artículo es un extracto de su libro ‘Topicazos, Gracietas y Cursiladas. Las gilipolleces nos invaden’ (Amazon)

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