Opinión
Suscríbete
Por
  • Carmen Herrando

El tractor amarillo...

El tractor amarillo...
El tractor amarillo...
Pixabay

Del año 1944 data ‘Francia contra los robots’, un ensayo de Georges Bernanos (1888-1948) que hoy resultaría irreverente. "No entenderemos nada de la civilización moderna —escribe— si no admitimos en primer lugar que es una conspiración universal contra cualquier tipo de vida interior. ¡Lástima! La libertad sólo está en vosotros, imbéciles". 

Bernanos, gran conocedor del alma humana, como puede verse en sus novelas —algunas de ellas llevadas al cine—, recuerda así dónde reside verdaderamente la libertad: en el interior de cada ser humano.

Su reflexión sobre la técnica, un tanto airada por la gravedad de lo que veía venir, parte de esta consideración. Ojalá no la perdamos de vista.

Su contemporánea Simone Weil (1909-1943) leía sus obras. Es conocido que le escribió a propósito de la guerra civil española, en la que estuvieron ambos. La filósofa comparte con el novelista no pocas reflexiones sobre la destrucción de la auténtica libertad y destaca igualmente que esta destrucción puede ser consecuencia de idolatrar la técnica: "El público bebe y absorbe con avidez cuanto tiende a desposeer la inteligencia en beneficio de la técnica; se apresura a abdicar de la inteligencia y la razón con tal desprenderse de lo que hace al hombre responsable de su propio destino".

"… Es lo que se lleva ahora". ¿Recuerdan la canción?
Hoy se lleva, no el tractor, sino la inteligencia artificial; todo el mundo habla de ella

Es evidente que la técnica no puede prescindir de la inteligencia, pero, para la pensadora, si la inteligencia se vuelca en lo técnico de forma abusiva, se acaba prescindiendo de esa otra inteligencia, hondamente humana, con la que las personas resolvemos las cuestiones vitales de primer orden.

La prevalencia de lo técnico y lo tecnológico deja en segundo plano esta inteligencia entrañable de lo humano y favorece una "inteligencia oscurecida" versada en lo técnico; por eso, para la filósofa, muchos seres humanos se afanan por "dejar su destino, sus vidas y sus pensamientos en manos de unos pocos dotados para el uso exclusivo de tal o cual técnica".

En ‘Los Hermanos Karamazov’, Dostoievski da una clave esencial. "Leyenda del Gran Inquisidor", en la Sevilla del siglo XVI: el inquisidor reprocha a Cristo, de retorno en la tierra, haber enseñado a los hombres la libertad e instarles a hacer de ella la tarea principal de sus vidas. El anciano clérigo propone la felicidad, convencido de que los hombres la prefieren porque les quita obligaciones que no quieren asumir. Cristo le molesta, y le ruega que se vaya.

Pero la IA no es inteligencia; es cálculo. Un error, imposible de solventar a estas alturas, es haberla llamado ‘inteligencia’, porque no lo es

Quizás el drama de la humanidad sea haber optado por la felicidad, despreciando esa libertad que nos constituye.

La inteligencia artificial no es inteligencia; es cálculo. Un error, imposible de solventar a estas alturas, es haberla llamado ‘inteligencia’, porque no lo es. El riesgo no está tanto en su uso como en el abuso de lo tecnológico en detrimento de la libertad.

Bernanos y Weil lo sabían. También Dostoievski. Ojalá leerlos nos haga pensar y afrontar estas cuestiones con auténtica inteligencia.

Carmen Herrando es profesora de la Universidad San Jorge

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión