Opinión
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Director de HERALDO DE ARAGÓN

Ante el momento exacto de la revolución digital

Las conferencias de The Wave lograron llenar el auditorio del Palacio de Congresos de Zaragoza.
Las conferencias de The Wave lograron llenar el auditorio del Palacio de Congresos de Zaragoza.
The Wave

El politólogo y exlíder del Partido Liberal canadiense, Michael Ignatieff, galardonado esta misma semana con el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, explica en su recomendable libro ‘Fuego y cenizas’ que «cuando llamamos a la política el arte de lo posible nos referimos a lo que es posible aquí y ahora. Lo posible incluye lo potencialmente posible. Allí donde el político medio solo ve una habitación cerrada, el político visionario vislumbra una puerta oculta que abre nuevas oportunidades. Lo que calificamos como suerte en política es en realidad –añade Ignatieff– un don para apreciar el momento exacto, para saber cuándo actuar y cuándo esperar una oportunidad mejor».

‘Mutatis mutandis’, nos encontramos ante ese «momento exacto», en la antesala de una de las grandes oportunidades transformadoras que aparecen una vez en una generación. Si en los años noventa del pasado siglo XX tropezamos con internet de una forma inesperada, sin alcanzar a comprender que aquel nacimiento era el despertar de una nueva revolución tecnológica, de un proceso de transformación global que cambiaría para siempre nuestras vidas, la llegada de la inteligencia artificial (IA) nos coloca ante un escenario similar. Parecido, pero no igual, porque hoy somos capaces, tras haber vivido uno de los mayores y más veloces cambios que ha experimentado la humanidad, de atrevernos a anticipar, gracias a nuestra creatividad e imaginación, lo que nos espera en los próximos años. Un reto singular, aunque ajeno a toda sorpresa, y que pese a venir acompañado de múltiples dudas e interrogantes éticos se presenta como el interruptor de un nuevo y potente salto para el ser humano.

Sin riesgo a equivocarnos, lo que nos espera alterará la práctica totalidad de los usos sociales, aunque tal y como advertía en el congreso The Wave el director general de Hiberus, Sergio López, «la tecnología que llega va a empoderar a las personas y también nos va a dar respuestas, pero no preguntas». Comprender lo que está pasando, poseer ese don para apreciar el momento exacto al que hace referencia Ignatieff, es hoy una exigencia que debemos tener presente, especialmente para saber formular las preguntas oportunas.

Esta segunda revolución digital, la que aporta la IA, requiere de mucho más que energía barata y sostenible, agua o centenares de hectáreas de terreno. Aragón, que cuenta con un nada desdeñable ecosistema empresarial de perfil tecnológico, debe buscar un alineamiento que modifique desde los actuales modelos educativos hasta buena parte de nuestro cuadro normativo para aspirar a convertirse en un ‘hub’ o nodo que posea una capacidad competitiva lo suficientemente atractiva como para seducir al talento internacional que crece y se multiplica en países como Estados Unidos o China.

Ser productores o fabricantes de tecnología, siendo importante, no es suficiente. Acoger los más modernos servidores digitales y aspirar a la implantación de una fábrica de última generación no servirán por sí solos como palancas de cambio si no se activa una modificación social que permita que Aragón sea vista como una región que ha sabido distribuir en cascada ese conocimiento. Si este cambio solo se entiende como un vector de transformación industrial, siempre estará amenazado por un competidor mayor. El cambio al que puede acceder Aragón nunca será completamente exitoso si únicamente busca una repercusión a corto plazo en el PIB de la Comunidad.

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