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Lo de Cataluña merece una reflexión

Papeletas para las elecciones autonómicas catalanas.
Papeletas para las elecciones autonómicas catalanas.
Eric renom / AP

Dado que todo puede dar aún más vueltas que un pirulo –y las dará– nadie sabe qué es lo que va a ocurrir en Cataluña después de las recientes elecciones autonómicas que han dejado a algunos boquiabiertos y a otros con la boca bien cerrada por el asombro de su desgracia. 

Véase la foto de Oriol Junqueras y los suyos mientras Pere Aragonès desgrana cariacontecido la letanía de su dimisión.

Comienza el baile de especulaciones y rumores y en eso nos van a entretener unas semanas más, hasta que –dicen los entendidos que apenas entienden nada– se celebren las elecciones europeas el 9 de junio. Y así van pasando los días y las semanas, y todo está manga por hombro en lo que se refiere a la gobernabilidad, como se dice ahora, de esta España que navega alocadamente por los espacios siderales en busca de encontrarse de una vez a sí misma.

Mientras los partidos digieren los resultados de las elecciones autonómicas en Cataluña, España sigue sin tener un gobierno que se ocupe de verdad y a pleno rendimiento de los problemas reales y urgentes

Porque aquí y ahora nadie se va a dedicar a gobernar, ni en la nación ni en Cataluña; todos los políticos y su legión de asesores, intérpretes, hermeneutas, aduladores y saltimbanquis de corte van a permanecer en un aquelarre abracadabrante para determinar quién sale abrasado o quién y cómo se libra de la quema, para aparecer triunfante, cual ángel exterminador, y se coloca, o se mantiene, en las peanas del poder. O sea, que si después de este ‘totum revolutum’, Illa sí o Illa no y si Sánchez permanece en la Moncloa. Tal parece el interés supremo del país.

Hay quien se ha preguntado si estos resultados y su conclusión tras ese largo proceso de negociaciones, intercambios, dimes y diretes, etc., etc., va a influir en la estabilidad y en la ‘gobernabilidad’ de España, y me parece que la respuesta es clara: sin duda alguna va a tener consecuencias. La primera de ellas es la que ya se vive en estos días: nadie se ocupa de los asuntos de gobierno, y una nación necesita la presencia y la actividad del gobierno y no que todos sus miembros anden por ahí declarando, conspirando y zascandileando; enredados, en resumen, en la batalla rastrera de otorgar el poder a quienes nunca pudieron imaginar los votantes de buena fe, a los que se birla la inocencia de la democracia en aras de satisfacer ambiciones exclusivamente personales, resolver ajustes de cuentas y ejecutar venganzas inaplazables.

Se entretienen todos en las luchas por el poder

Los resultados de las elecciones catalanas han complicado más aún si cabe la situación política española, haciendo muy difícil una salida satisfactoria para todos. Mucho me temo que tampoco van a poder cumplirse los angélicos deseos del presidente Sánchez de que con sus decisiones, pactos y políticas vendría a instalarse la tranquilidad y la concordia en Cataluña. Con una sociedad tan fragmentada, con un altísimo nivel de abstenciones, con una composición parlamentaria tan dispar, es muy difícil el sosiego y la paz. Y lo peor es que una hipotética repetición de las elecciones nos haría perder más tiempo a todos y probablemente tampoco resolvería la situación.

Lo de Cataluña merece una reflexión muy profunda.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Luis de Arce en HERALDO)

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