Opinión
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  • Fernando Sanmartín

Arte y verdad

Imagen de la serie 'Bellas Artes'
Imagen de la serie 'Bellas Artes'
Cinemanía

La impostura y el disfraz adornan, más veces de lo debido, la vida cotidiana. También sucede en el arte contemporáneo. Porque produce asombro que un plátano sujeto a la pared con una cinta adhesiva sea el hito de una feria de arte, algo que pasó en Art Basel, de Miami, unos años atrás. 

Aunque el pasmo es todavía mayor cuando esa pieza, hecha por Maurizio Cattelan y expuesta en la galería Emmanuel Perrotin, tuvo un primer comprador que pagó por ella 120.000 dólares. Recuerdo, al hilo, que en ARCO vi un simple vaso de agua medio lleno, de Wilfredo Prieto, que costaba 20.000 euros.

Podemos debatir sobre lo que hoy es el arte conceptual o sobre el horizonte Duchamp, por supuesto, pero me refiero a ello porque acabo de ver una serie producida por Movistar Plus, 'Bellas Artes', en la que hay un despliegue crítico y muchas caricaturas de lo que puede ser el arte moderno. La serie es divertida y se sostiene en un guion nada correcto, desinhibido, que se adentra en la tontería del arte y en sus disparates, en el egocentrismo de algunos autores y en la gilipollez.

Uno de los capítulos muestra una performance con un grupo de africanos, que recrean su propio hábitat en un museo durante un mes. Son tunantes y caraduras. En otro, un artista mamón exhibe una beluga muerta, cadáver en descomposición que causa problemas. Pero además de eso el personaje principal de la serie, director de un museo, pronuncia palabras esenciales: “El arte no se trata de cosas feas o de cosas lindas, sino de cosas que te emocionen o te hagan pensar”. Palabras que te llevan, claro, a Goya, a Gargallo o a Rothko. Palabras que sirven para no extraviarse.

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