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Cartas al director de HERALDO: Cuando uno está debajo de la campana

Cuando uno está debajo de la campana
Cuando uno está debajo de la campana
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Cuando uno está debajo de la campana

Me preguntaba un día en el Museo Británico si el enorme pedazo de granito con el que se había tallado el sarcófago para una momia egipcia podía presentar aquel inmaculado aspecto, sin una mella a través de los siglos, perfecto. 

Tanto me llamó la atención que me atreví a pasar los dedos por su superficie y… se me irradiaron, o algo así. A partir de ese momento no me atreví a tocar nada con la mano derecha, al menos nada humano. Durante ese día fui un extraño para mi familia. Al final pensé que si alguna parte de mí podía quedar perjudicada, debía probar primero con el órgano… menos importante. Me decidí por una oreja y, ¡zas!, sacrifiqué la oreja, pero no pasó nada, ¡uf! Sí, son cosas para no contar, porque queda uno como un ‘sonao’; aunque ¿quién anda sin sonidos mentales que alteran el vivir? El que haya experimentado un campanazo debajo de una campana sabe lo que le pasa al cerebro, y quien quiera experimentarlo puede subir al campanario de Aínsa y probar. La cuestión para todos es que si andamos despiertos, ¿cómo nos libramos de tanto campanazo funesto, tanta noticia escalofriante, tanta deshumanización, tanta falsedad? Pues… sin tele, sin radio, sin periódico, sin móvil… Pero claro, en mi comunidad hay vecinos extraordinarios pero también cinco perros, y hay uno que hasta se caga en el patio. También está el que fuma en el ascensor, o la vecina que sufre cuidando de su madre anciana sin poder reprimir los gritos que le produce la campana. Si no hablo con ellos reviento. ¿Podrá un sonado hacer entrar en razón a otro sonado? No, es mejor recuperar el juicio para ir preparado: "Con completa humildad mental y apacibilidad" (Efesios 4:2).

José Luis Sancho Sánchez. ZARAGOZA

Los ascensores del Infantil

Es increíble que los ascensores del Hospital Infantil no funcionen como deberían funcionar. De los cuatro que hay, a fecha de hoy solo funciona uno; para las personas de a pie y trabajadores del hospital. Otro funciona mal, porque las puertas solo se abren por el lado contrario al que funciona y no se puede acceder. Otro está parado por si hay alguna emergencia (al menos eso dicen, porque moverse no se ha movido para nada en cinco días). El personal de paritorios no puede subir a las mujeres que acaban de dar a luz a su planta si no es por el único disponible que hay. El que es exclusivo para camillas también está estropeado, con lo que celadoras y personal no podemos subir, bajar a los pacientes o hacer ingresos en plantas; tenemos que coger el único en funcionamiento que es el de las mismas personas que vienen a visitar a sus familiares. ¿Cómo podemos trabajar bien así? Damos mal servicio, tardamos mucho en trasladar a los enfermos (niños y mujeres). Los ingresos de urgencias tardamos una barbaridad. Las personas externas se apilan para poder entrar sin saber el porqué de esta espera. Llevamos cinco días así. Por favor, una llamada de atención al servicio de mantenimiento o a quien corresponda. Si no es porque es fin de semana y hay menos personal es porque es entre semana y hay mucho trabajo acumulado, pero no se arregla el problema. Yo y todas mis compañeras que trabajamos en el Materno-Infantil nos sentimos impotentes e indignadas por no poder hacer bien nuestro trabajo. Soluciones ya.

Nuria Marruedo López

ZARAGOZA

La mejor médico de Familia

Siempre me ha repelido la publicidad en la que dicen: "posiblemente, la mejor cerveza del mundo", "posiblemente, la mejor mayonesa...", etc. Siempre lo he considerado un ataque de egolatría y una fanfarronería. A primeros de marzo me diagnosticaron una enfermedad muy fea, de la cual he sido maravillosamente atendido en el servicio de Urología del hospital Miguel Servet, en especial por el doctor Manuel Sánchez. Tras dos intervenciones, la segunda muy dura, me enviaron a casa y fui recuperándome, hasta que a las tres semanas comencé con fiebre, alta y rara. Llamé a Urología del citado hospital y, como estaba pendiente de ingresar para una tercera intervención, me dijeron que la aplazaban 15 días y que acudiera a mi centro de salud para que me diagnosticaran y trataran lo que tenía, y que si por falta de medios ellos no podían, que fuera a Urgencias y que les llamaran a ellos. Tras eliminar todas las posibles causas de esa fiebre, mi médico de cabecera me indicó que siguiera los consejos de los especialistas y que fuera al hospital. Allí, en el servicio de urgencias, el trato fue insultante, degradante y hasta con desprecio. Es lo que tenemos, pero afortunadamente siempre hay un ángel de la guarda. Volví a mi ambulatorio y mi médico me atendió con un cariño y una profesionalidad fuera de lo común, y me solucionó el problema. Doctora Carmen Chueca, mil gracias por todo, espero que esto no haga que se le apunten miles de pacientes más, bastante tiene con los que lleva. Y, contra todos mis criterios, posiblemente la mejor médico de familia del mundo.

Manuel José Albareda Albareda. ZARAGOZA

Eliminar arrugas inexistentes

Con las redes sociales la propia imagen se ha convertido en una cuestión prioritaria, vinculada a la necesidad de acercarse lo más posible a una hipotética perfección. Lo que puede entrañar a veces consecuencias psicológicas. Los adolescentes y las mujeres son los grupos más proclives a padecer una obsesión enfermiza por lograr un tipo de belleza casi irreal, el que muestran ciertas revistas y televisiones. Los expertos en cirugía estética, antes de sus intervenciones, tienen que aplicar una gran dosis de psicología para conocer al paciente y así cuidar también de su bienestar emocional. No hay operación mas complicada que tratar de eliminar arrugas inexistentes.

Diego Sánchez Bolsa. ZARAGOZA

Cuando una amiga se va

Hace unos días falleció María Eugenia, tras una corta enfermedad, tras una corta vida de 53 años. Una vida corta pero con una gran estela de amigos que nos quedamos aquí sonriendo con pena y echándola mucho de menos. Alguien dijo que había mucha gente buena. M.ª Eugenia era una de ellas: buena, alegre, divertida, natural, sencilla, intrépida, buena trabajadora y muy buena amiga. Ella siempre estaba ahí para darlo todo a todos. En sus semanas últimas, nos decía que aprovecháramos el momento, que descubriéramos la auténtica dirección de la felicidad: Dios. Ahora, desde el cielo, nos ayudarás más y mejor.

Mariajosé Bibián Lamarca. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas. cartas@heraldo.es

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