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  • Ángel Garcés Sanagustín

Al este de Kiev

Al este de Kiev
Al este de Kiev
Pixabay

Al este de Kiev se ganan las elecciones con, al menos, el 87% de los votos. Es allí donde por emisiones y población se controla el termostato del planeta y se contamina más que en ningún lugar del mundo, pero, por razones obvias, no aparece ningún activista pegando sus manos en una obra de arte.

Al este de Kiev se prohíben las redes sociales que no interesan al correspondiente régimen político y se interviene la mal llamada inteligencia artificial para controlar a todas las personas.

Al este de Kiev se golpea inmisericordemente a quienes, ilegalmente, intentan manifestarse el día del orgullo gay. Algunos de ellos acaban exiliándose en los países que vivimos inmersos en el ‘maldito’ liberalismo.

Al este de Kiev, los trabajadores nunca ejercen el derecho a la huelga, porque se puede entender que son disidentes o elementos subversivos, pero aún estoy esperando que el entramado sindical español se solidarice con ellos.

Al este de Kiev se han edificado, en construcciones de más de veinte plantas, las mayores macrogranjas del mundo. Sin embargo, ningún activista se ha manifestado en Pekín ante tamaña infamia. Es más fácil hacerlo en España ante cualquier ‘huerto solar’.

Algunos seguimos perseverando en el ‘error’ de denunciar todo tipo de regímenes dictatoriales, los que forjaron el pasado y los que pervierten el presente, los del brazo en alto y los del puño cerrado

Al este de Kiev no se pone en duda la carrera armamentística, a pesar de la amenaza del estallido de un conflicto nuclear. En Occidente, cualquier aumento del gasto en Defensa es atacado por algunos calificándolo de insolidario.

Al este de Kiev se puede perseguir, torturar, encarcelar y, en su caso, asesinar a cientos de miles de personas pertenecientes a determinadas minorías étnicas, sin que ningún campus universitario español eleve la más mínima protesta contra estos crímenes.

Al este de Kiev se encuentran países tan lejanos como Cuba, Nicaragua o Venezuela. Por cierto, al sur detectamos problemas más graves y de otra índole. En amplios ámbitos geográficos, las mujeres son tratadas como el ganado.

A estas alturas de mi vida, constato que China, Rusia, Irán o Cuba nunca serán democracias. También es cierto que, en sentido estricto, nunca lo fueron. La línea que hoy está fijada en Kiev se irá moviendo paulatinamente hacia el oeste. Menos mal que ya soy muy mayor, aunque menos que Biden o Trump, y no veré el declive de Occidente hasta niveles que harían llorar a todos los que lucharon por la libertad.

Al este de Kiev no se podría escribir un artículo de esta índole. En caso de su improbable publicación o divulgación, el autor acabaría, tarde o temprano, en una prisión o en el exilio. Los tentáculos de Oriente ya están llegando a nosotros, como pueden acreditar Alejo Vidal-Quadras o Maxim Kuzmínov, el piloto ruso acribillado a balazos en Villajoyosa por desertor.

No cejaremos, a pesar de que empezamos a navegar contracorriente

Al este de Kiev sólo se admite una interpretación del pasado histórico. Estamos empezando a homologarnos a ellos en esta cuestión. La imposición de una única y oficial memoria colectiva violenta la libertad de pensamiento. Nos libramos de los nostálgicos de la Dictadura y ahora sucumbimos ante las dictaduras de la nostalgia.

Algunos seguimos perseverando en el ‘error’ de denunciar todo tipo de regímenes dictatoriales, los del brazo en alto y los del puño cerrado. No cejaremos en el empeño, a pesar de que empezamos a navegar contracorriente.

Ángel Garcés Sanagustín es doctor en Derecho

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