Opinión
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Por
  • Alberto Jiménez Schuhmacher

La silla de Marañón

La silla de Marañón
La silla de Marañón
Pixabay

La Ciencia avanza y nos desvela los mecanismos por los que se originan muchas enfermedades. También nos permite encontrar soluciones para muchos problemas de salud. Para otros, como el cáncer de mama metastásico, debemos seguir investigando. 

Como Amparo, Pilar, Màrius y tantas y tantos otros se encargan de recordarnos son la cara triste del cáncer de mama. Las y los que estropean las estadísticas y que, a día de hoy, no tienen cura. Hasta encontrarla buscan una cronificación de sus enfermedades, pero no una que ‘simplemente’ aumente su supervivencia. No se trata de añadir años a la vida, sino vida a los años, es un mantra que escucho muy a menudo.

Recientemente estuve en una gala de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico. En ella se habló de las necesidades que tienen estas personas y de los avances que han llegado recientemente o que están por llegar para tratar mejor su enfermedad. Quien más aplausos se llevó fue el Dr. Javier Cortés, que una vez más alertó de que nos estamos centrando más en la tecnificación, buceando en datos moleculares y alejándonos de los pacientes. Recordó que había que mirarles a los ojos, dedicarles tiempo y cogerles de la mano. Siempre ha sido así. He escuchado en varias ocasiones que una vez preguntaron a Gregorio Marañón por el avance médico más importante de los últimos años. Cuentan que se quedó un momento pensativo y respondió: "La silla. La silla que nos permite sentarnos al lado del paciente, escucharlo y explorarlo". Cualquier avance va a ser incapaz de sustituir el contacto humano y la comunicación entre médico y paciente.

Alberto Jiménez Schuhmacher es investigador ARAID en el IIS Aragón

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