El 3 de mayo está declarado Día Mundial de la Libertad de Prensa para recordar la importancia de una prensa libre e independiente en una democracia, y que debe ser respetada sin fisuras por los gobiernos. 

La libertad de expresión, opinión, comunicación e información es un derecho fundamental recogido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y el primer indicador de la salud democrática de un país. No hay democracia sin libertad de prensa pues el derecho a saber de los ciudadanos y a ser informados es también irrefutable, y por ello el papel de los periodistas es clave para transmitir información veraz, independiente y completa.

La persecución de periodistas y medios por hacer su trabajo es intolerable y es lo que hacen gobiernos, organizaciones o particulares que pretenden censurar y controlar las noticias que llegan al ciudadano y buscan que la prensa sea transmisor de ideas y directrices interesadas. Vemos a nivel mundial en países con conflictos que la primera medida es censurar o cerrar medios de prensa que disienten. Este pasado lunes, los trabajadores de la RAI, radio y televisión públicas de Italia, hicieron un paro de 24 horas como protesta por los intentos de censura de su gobierno y para defender la libertad e independencia de su trabajo periodístico.

La información es un servicio público que no puede coartarse ni limitarse aunque moleste o no guste y si existen malas prácticas debe acudirse al Código Penal, donde no vale generalizar acusando a bulto, sino aportar nombres, apellidos, fechas y contenidos para denunciarse como corresponde. En marzo el Parlamento Europeo aprobó la Ley de Libertad de los Medios de Comunicación para salvaguardar la libertad de prensa, considerada piedra angular de la democracia europea y defender la transparencia y objetividad de la prensa y los periodistas. Para garantizar la necesaria independencia, ¿no deberían los medios de comunicación funcionar con sus propios recursos y gestión empresarial, en vez de depender de subvenciones públicas poniendo en peligro la objetividad informativa?

Magdalena Lasala es escritora, premio de las Letras Aragonesas

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