Por
  • M.ª Pilar Benítez Marco

Fabla aragonesa: Félix Gil del Cacho

Foto de Tramacastilla de Tena
Foto de Tramacastilla de Tena
Laura Uranga

Las grandes historias y las pequeñas. Todas han construido Aragón y han tejido sus raíces con hilos de cierzo y compromiso, con puntadas de nieve y esfuerzo generoso. Pienso en la de Félix Gil del Cacho, un ‘tión’ de Tramacastilla de Tena que fue pastor trashumante hasta que emigró a Barcelona. 

Allí trabajó como taxista y conserje en la Universidad de Barcelona, donde José Enrique Gargallo, catedrático de Filología Románica, lo invitó a sus clases para que hablara de y en su lengua, el aragonés tensino. Fue la historia de un soñador que supo abrirse camino más allá de la tierra en la que nació, pero sin dejar de sentirse orgulloso de ella y de su habla. En esa ‘fabla’, en la que para otros era una vergüenza hablar, quiso contar su vida y la cultura de una sociedad que estaba desapareciendo.

Pero, además, fue un soñador que hizo soñar. De ahí que quienes lo conocieron hayan querido difundir su legado. En 1987 Miguel Martínez Tomey editó el libro póstumo ‘O tión (recosiros de ra quiesta Balle Tena)’, de Félix Gil del Cacho, y ahora, al celebrarse cien años de su nacimiento, el mismo editor, la familia –en especial su sobrino Félix Fanlo–, el citado José Enrique Gargallo, la Comarca Alto Gállego y el Ayuntamiento y los vecinos de Tramacastilla de Tena le han realizado un emotivo homenaje, en el que, entre otros actos, se ha presentado ‘O tión y otros escritos en aragonés tensino’, una reedición ampliada de la obra anterior. Ocurre que los textos de Félix Gil, como dice el profesor Gargallo, trascienden el interés meramente filológico y son prenda de vida, presea del recuerdo.

María Pilar Benítez Marco es profesora y escritora

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