Por
  • José María Serrano Sanz

Aragón siglo XXI

Aragón siglo XXI
Aragón siglo XXI
POL/DALL-E

Las Cortes aragonesas de 1461 declararon festivo o feriado en el reino el día 23 de abril", escribió Ricardo del Arco en 1953, precisamente en un tiempo en que no lo era. De manera que la de hoy no es una fiesta improvisada, aunque a veces haya estado desaparecida por avatares de la historia. 

Todavía más antigua es la tradición de la presencia de San Jorge en la batalla de Alcoraz en 1096 y la protección que le dispensaron a partir de entonces sucesivos reyes. Y aún antes del mismo patrón estaba el reino, lo que nos lleva a San Juan de la Peña, su piedra fundacional o Casal de Aragón, como lo llamó don Juan Moneva, que la tradición remonta al siglo VIII. Sirva esto para decir con orgullo que el nuestro es un viejo y distinguido reino.

Pero estamos en el siglo XXI y no podemos vivir solo de recuerdos y glorias pasadas. Es necesario que pensemos en el hoy y el mañana, para preservar el legado recibido. Partamos de un hecho irrefutable, que es nuestra principal debilidad: somos pocos. Como la democracia es la regla de las mayorías (y no hay alternativa mejor) esto limita nuestra capacidad de pesar directamente en la política española, de modo que hemos de considerar cuáles son nuestras fortalezas y operar con ellas.

La historia nos puede ayudar, porque ha habido momentos en que Aragón se ha proyectado hacia el futuro y ha brillado en el conjunto de España, a pesar de tener parecida debilidad poblacional. Sin retroceder mucho en el tiempo, pensemos en los ilustrados de las postrimerías del siglo XVIII o en la generación del centenario de los Sitios en los albores del siglo XX.

La lección que para hoy nos ofrece la Historia, que recoge momentos en que Aragón se ha proyectado hacia el futuro, es que, siendo pocos, solo vale imaginar grandes proyectos y conseguir que en ellos prime la unidad de acción sobre otras legítimas diferencias

Los primeros, con Ramón de Pignatelli al frente (siempre me emociona la leyenda del cuadro que lo retrata cono rector de la Universidad de Zaragoza, "en su tiempo, el hombre más útil de Aragón") y el conde de Aranda en la distancia, fueron capaces de construir el canal Imperial, entre otras importantes obras públicas, y crear instituciones como la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, un fermento de modernización permanente, todavía felizmente viva.

Los personajes más simbólicos de la generación del centenario de los Sitios aparecen retratados en el cuadro de Gárate ‘Vista de Zaragoza’. Allí están, entre otros, el canónigo Florencio Jardiel y el republicano y regeneracionista Basilio Paraíso, como líderes locales; Segismundo Moret, el político en la distancia, y Santiago Ramón y Cajal o Mariano de Cavia, que ejercían de aragoneses en Madrid. Esa generación no fue solo capaz de celebrar el centenario (una temprana iniciativa de Jardiel en 1902) y convertir a Zaragoza en capital cultural de España en 1908, sino que protagonizó la renovación de la ciudad y la primera industrialización seria de Aragón.

¿Qué tuvieron en común aquellas dos generaciones? La capacidad de establecer puentes entre personas muy diversas ideológica, política y socialmente, que les permitieron articular ambiciosos proyectos comunes que empujaron la modernización de Aragón, y consiguieron llevarlos a cabo. Esa es la lección que nos ofrece la historia para hoy: siendo pocos, solo vale imaginar grandes proyectos y conseguir que en ellos prime la unidad de acción sobre otras legítimas diferencias. Incluso en aquellos otros de tono menor, pero interesantes por su simbolismo, como el actual de reedificación de la añorada Torre Nueva. Que no se vuelva a convertir a los zaragozanos en turrófilos y turricidas. 

José María Serrano Sanz es académico de Ciencias Morales y Políticas y catedrático de Economía de la Universidad de Zaragoza

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