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  • Ricardo Díez Pellejero

Dioses de la muerte

Dioses de la muerte
Dioses de la muerte
Pixabay

Se ha cumplido 81 años de la rendición de la Wehrmacht, embolsada tras sitiar Stalingrado –murieron más de dos millones de personas–, punto de inflexión de la guerra y 79 años desde que el ejército soviético entrara en Auschwitz liberando a los famélicos supervivientes. Habían muerto 1,1 millones de seres humanos, entre ellos 1.200 republicanos españoles.

Recorro las salas del Landesmuseum de Oldemburgo y me sorprende un espacio lleno de fotos, efectos personales e identificaciones de presos judíos, en el que se leen los nombres de aquellos vecinos que fueron víctimas del holocausto. Oldemburgo fue el primer estado regido por el Partido Nazi y allí se exhiben las fotografías de dos próceres de aquella patria: Paul Wegener y Carl Röver, cuyo busto podemos ver caído a nuestros pies. Ostentó mucho poder, tanto como para firmar cada orden de deportación sellada en Bremen. A su funeral acudió hasta Hitler. Wegener heredó todos sus cargos y no dudó en seguir con la purga, es más, presentó el ‘Wegener Memorandum’, un documento de 267 páginas para expurgar también el Partido Nazi y dejarlo en un selecta élite. Entonces me pregunté ¿dónde exhibimos nuestra memoria histórica, por qué no aceptamos los errores del pasado para beneficio de todos?

Mientras, en Palestina sigue el exterminio con una cifra comparable a los muertos en 2022 en España por covid-19. De un lado, un dios que llama a la guerra santa, del otro, un dios que exige –como poco– el ojo por ojo. Tal vez el problema sea ese, esos dioses que –como el nuestro– sólo ofrecen el paraíso tras el apocalipsis, dioses de los que no sabemos ni su nombre verdadero: ¿Dios, Elohim, Allah, Yahvé, YHWH?

Shakespeare conocía bien la condición humana y puso en los labios de Lady Ana, como paradigma de bondad, estas palabras: "Villano, tú no conoces ley de Dios ni de hombre: no hay animal tan feroz que no conozca algún toque de piedad", a lo que aquel replica: "Pues yo no lo conozco, así que no soy animal". "¡Qué prodigio que los demonios digan la verdad!", le replica. Si estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, ¿qué dios debemos inferir de nuestros actos?

Ricardo Díez Pellejero es ingeniero y poeta

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