Opinión
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  • Ricardo Díez Pellejero

Bienvenidos a Matrix

Fotograma de 'Matrix', una de las películas favoritas de Juan Pérez Ventura.
Fotograma de 'Matrix', una de las películas favoritas de Juan Pérez Ventura.
Archivo HA.

Dadas las fechas, déjenme ponerme unas alitas y tocar desde aquí (con mis líneas bien curvadas por los efectos del turrón, el ternasco y otros manjares) la trompeta que anuncia el nacimiento del Agente Smith –para el que ande mal de memoria, era el villano trajeado y con gafas de sol de la trilogía ‘Matrix’–, pues el término ‘agente’ se aplica ya a los programas autónomos de inteligencia artificial a los que se asigna un propósito determinado, los cuales –además de hacer lo que se les pide y cada vez mejor– se ajustan a ese desempeño por sí mismos, sin necesidad de supervisión humana. 

Estas tareas pueden ser desde lo más simple hasta la realización de ensayos académicos o la evaluación del desempeño y la producción personal, como podría ser calificar esta columna, darle un ‘me gusta’ y difundirla, por ponerles un ejemplo.

En el último lustro la inteligencia artificial ha dado un gran salto

Para que podamos hacernos una idea de la evolución radical de estas IA hay que tener en cuenta que, a principios de la década anterior, el entendimiento y la producción de lenguaje (fallida) se basaba en alimentar de un corpus al sistema, aplicar sobre él correcciones a la matriz estadística y de preferencias, con el objeto de conseguir que –ante nuestro intento de construir una frase– se nos pudieran ofrecer formas automáticas de completarla. Algo muy poco afinado y que producía textos dignos aunque, muchas veces, sin ningún sentido, dado que se ignoraban los contextos concurrentes en la situación. Con la universalización del corpus referencial –al alimentarse el agente neonato del variado menú a su alcance vía internet–, la contextualización y la implementación de mecanismos de entrenamiento más sofisticados, la respuesta al lenguaje y la producción de ‘textos artificiales’ está alcanzando un nivel inimaginable hace sólo un lustro. Uno de los hitos en este desarrollo es la vectorización de la palabra, lo que implica transformar un vocablo en un centenar de números que lo modelizan, de tal forma que el sistema puede operar con esas cadenas vectorizadas generando sentido. Por ejemplo, si a la palabra ‘lector’ le resto ‘hombre’ y le sumo ‘mujer’ el sistema arrojaría como resultado ‘lectora’. Otro avance fundamental para los nuevos desarrollos ha sido la focalización, que consiste en ‘apostar’ y, de ello, suponer dónde está la parte mollar de la información que se le ofrece y, consecuentemente, prestar mayor atención y esfuerzo a desentrañar esa secuencia concreta del contenido. Esta operación, se implementa aplicando un criterio fundamentalmente estadístico sobre, en una cierta formulación de las oraciones, qué lugar ocupan las palabras clave y embebiendo –en nuestra nueva definición de esa palabra– las relaciones con el resto de los términos de las secuencias en las que aparece, lo que implica, de hecho, una generación de un historial de referencias y contextos sobre los que calcular las respuestas futuras.

El agente Smith ya nos entiende y, a nuestro requerimiento, implementa un bucle infinito de observación, formación de conocimiento y de creencias, revisión de objetivos básicos, planificación, implementación de acciones consecuentes y reinicio del programa de acción que está basado en esa cadena verbal de instrucciones que le hemos referido. Es un ‘agente autónomo’, al que podríamos dar nuevas ‘observaciones’ en cualquier momento para reconducir su estrategia de acción para la escena siguiente.

En 2024 las
empresas tecnológicas invertirán cantidades fabulosas en continuar su desarrollo

Los agentes, hoy en día, aunque disponen de atributos como percepción, atención, memoria, capacidad de aprendizaje y resolución de problemas, comunicación verbal, cierta ‘inteligencia emocional’ y capacidad ejecutiva, aún carecen de comportamiento lógico, son ‘hipersensibles’ –es decir, reaccionan de forma distinta a una misma pila de instrucciones enunciada de forma o en orden diferente–, son prohibitivos y también son lentos (se toman varios minutos para completar uno de esos ciclos de acción antes descritos). Así las cosas, aún podemos confundirles con un chiste o un poema. Pero esto es algo que va a verse atenuado con la inversión masiva de las grandes tecnológicas, las cuales están presupuestando para este 2024 una cantidad semejante al PIB de Estados Unidos en el desarrollo de sus productos bajo la premisa de simplificar los procesos y diseños, pero multiplicando su capacidad de computación para perfeccionar su desempeño. Poca broma: vayan eligiendo su modelo de gafas de sol para pasearse por Matrix.

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