Opinión
Suscríbete
Por
  • Isabel Soria

Mi algoritmo y yo

Mi algoritmo y yo
Mi algoritmo y yo
Pixabay

Hace meses que mi algoritmo se ha vuelto majara. No sé qué ha hecho la inteligencia artificial con mis datos ni con mis búsquedas ni con mis gustos. Pero cuando abro mi móvil y pulso sobre alguna aplicación, FB o IG, lo primero que veo son imágenes de serpientes. 

Les aseguro que la herpetología no es lo mío. No tengo un odio visceral hacia las artífices del pecado original, pero aunque entiendo sus maravillosas cualidades para mantener el equilibrio en el caos natural, no las echaría mucho de menos si no existieran. De las serpientes paso a los caimanes, yacarés o yo qué sé que es eso. Cocodrilos, vamos, que abren mucho la boca y atacan a quien pasa por ahí. Luego, tengo otro algoritmo cruzado, que es el del ‘monico’. En alguna aldea remota de Asia –de la Asia selvática– se dedican a poner un bebé mono a modo de señuelo. En estos vídeos, peces tipo anguila que están por el barro tienen alguna de sus extremidades en la boca. Horroroso. No sé si los peces terminarán comiéndoselo o no, el monico tampoco parece muy asustado. En fin. Entre todo ese cosmos de absurdos algoritmos me aparece otro, una madre monísima, vegetariana, y en apariencia de la secta amis o similar, que se dedica a hacer menús y dulces a sus rubísimos niños y bebés, en una cocina carpetovetónica. Da paso a una larga fila de danzantes turcos que bailan una coreografía no apta para meniscos delicados. Después, una sexi cocinera asiática escalda el cadáver de la ánade en una olla para hacer pato a lo que sea. No sé en qué momento apreté algo que no debía; pero por favor, Papá Noel, ¡cámbiame el algoritmo!

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión