Opinión
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Por
  • C. Peribáñez

Surrealismo de Elche

El Museo de Zaragoza vendió todas las entradas disponibles para ver al Niño de Elche.
Niño de Elche.
Guillermo Mestre

Niño de Elche visitó el lunes el Auditorio para apadrinar la nueva temporada del Grupo Enigma, que comienza en enero de 2024 y estará consagrada al surrealismo. 

El año que viene se cumple el centenario de la publicación del ‘Manifiesto surrealista’ que ideó André Breton y el artista ilicitano hizo una "lectura performática" del mismo. Sobre el escenario, sólo él. Trajeado. Un atril, un micrófono, un foco casi cenital. Una hora de gritos, susurros, gorgoritos y una lectura casi hipnótica.

No se me ocurre mejor embajador para el surrealismo que Niño de Elche. Su perfecta dicción y ni un solo traspié durante la ‘performance’ lo hacen digno de elogio. Muchos de sus gestos y ‘tics’ también acompañaron a esta provocación soterrada y de guante blanco.

Lejos de su raigambre flamenca y sin un solo instrumento en la sala, el artista indisciplinar (así lo llama Dani Montserrat, mucho mejor que multidisciplinar) jugó y experimentó ante la mirada atónita de los espectadores. También puso en práctica la tesis dadaísta de Tristan Tzara, que decía que para dar con un poema surrealista basta con coger un periódico, unas tijeras, y dejar que el azar junte titulares inconexos y entremezcle frases sin venir a cuento. El caso es que Niño de Elche llevaba un periódico del pasado 30 de septiembre porque servidor reconoció algunos titulares. Servidor y media Sala Galve, porque cuando el artista leyó "Escribá enarbola el liderato", justo la misma tarde en la que el entrenador acababa de ser cesado, las risas ahogadas entre las butacas fueron toda una oda a Breton y los suyos.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por C. Peribáñez)

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