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  • Eva Pérez Sorribes

Mentiras Tralalá

Mentiras Tralalá
Mentiras Tralalá
Pixabay

Lo auténtico asusta. O fascina o espanta, pero no está de moda. En tiempos electorales que se alargan año tras año, con o sin campañas oficiales, la verdad es una ausente que apenas se echa de menos. Para algunos ya ni existe, tal es el triunfo absoluto de la mentira más rampante. 

Nos sobran los ejemplos en los que se retuerce el lenguaje, se vacían las palabras y se estiran las ideologías al más puro estilo Groucho Marx, que tenía sus principios y si no, los cambiaba. Lo que cunde ahora es el pragmatismo electoral, el cálculo aritmético y el recuento de puestos, que hay que hacer listas y sumar para gobernar. Por eso de pronto, todos son aragonesistas, el centro se ensancha, los extremos se blanquean, y se combinan fórmulas equilibristas que casan a los que inventaron las comarcas con los que pretendieron dinamitarlas, a los que querían aportar identidad y terruño con los que están a las órdenes de Madrid o a los que venían a regenerar a los de siempre y acabaron llamando a su puerta. 

El noble ejercicio de la política, el arte de lo imposible y la gestión esencial de lo público, ya no es lo que era. Pero lo necesitamos más que nunca. Liderazgo y ejemplaridad, llamar a las cosas por su nombre aunque agite el charco la sinceridad, cumplir programas con objetivos reales y realistas y decir la verdad, o al menos no mentir. Es lo que exigimos todos. No todos son aragonesistas, ni falta que hace. Hay proyectos imposibles que se venden y airean porque vienen elecciones, pero nunca se harán. Y muchas líneas rojas se diluirán cuando haya que saltarlas para sumar. Va a empezar otra campaña y conviene no olvidar lo esencial.

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