A tres meses de la cita con las elecciones locales y en plena polémica entre el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de la capital por la nueva Romareda, el club ha dado un paso adelante y ha dejado claro su compromiso con el proyecto de nuevo estadio: el Real Zaragoza ha afirmado que es un club "apolítico" y que sigue dispuesto a financiar y construir el complejo deportivo si finalmente son los elegidos en el concurso público que está preparando el Consistorio.

Los intereses electorales no pueden condicionar el proyecto para construir un nuevo estadio en la ubicación del actual. La pugna política es lógica cuando la apertura de las urnas está tan cerca y cuando las encuestas reflejan un resultado muy abierto; sin embargo, la imprescindible responsabilidad de los partidos con la ciudadanía les exige sacar del debate electoral un proyecto tan estratégico para la capital aragonesa.

Aunque la ofensiva jurídica abierta por la DGA en las últimas semanas no ha movido la posición del club, el director general de la entidad deportiva, Raúl Sanllehí, ha reclamado "consenso" institucional para que la nueva infraestructura, "un emblema para la ciudad y para Aragón", llegue "a buen puerto". Está claro que la unidad es lo más deseable dada la trascendencia que tiene un equipamiento de este tipo. Los partidos deben estar a la altura de las circunstancias, animados además por el intenso proceso de participación de entidades ciudadanas y de expertos que hubo el año pasado.

Después de tres proyectos fallidos para disponer de un nuevo campo de fútbol, el tactismo preelectoral no debe dificultarlo ni retrasarlo. El calendario electoral no debe interferir en el de las infraestructuras que precisa la capital. Y Zaragoza necesita dotarse cuanto antes de un estadio que esté a la altura de la imagen que debe transmitir la quinta ciudad de España.