Fuera de onda
Si los de Vox hubieran sabido de antemano en qué momento de la pandemia se iba a debatir –y a rechazar– su moción de censura, tal vez hubieran preferido no presentarla. Desde luego, con Madrid, Navarra, La Rioja, las tres capitales aragonesas y unas cuantas ciudades más bajo confinamiento, con los contagios disparados y las ucis llenándose, la verdad, no es fácil que a la mayoría de los españoles les preocupe ni les ocupe demasiado la sesión de estos días en el Congreso de los Diputados. Sencillamente, lo que nos inquieta a todos es otra cosa, y ni la fútil moción de Vox ni la previsible regañina parlamentaria a la que dé lugar lo van a solucionar. Quizás esta coincidencia de la moción con el hasta ahora segundo peor momento de la covid en España sea una demostración más del desajuste entre la política nacional y el estado de la propia nación. Da la impresión de que los políticos, más desde luego en el ámbito estatal que en el autonómico o el local, van desacompasados, que no están en onda con la sociedad. Van a lo suyo, que nadie aparte de ellos comprende muy bien qué es, porque, por ejemplo, ni siquiera está claro lo que Vox espera ganar como partido con una moción que va a perder, que quedará difuminada por la realidad covídica y en la que seguro que tampoco podrá sacarse del bolsillo la piedra filosofal con la que solucionarlo todo, porque nadie la tiene. Mejor harían todos los grupos parlamentarios en tocar suelo y pegarse a la realidad y a la mayor aspiración de los ciudadanos en este momento: paliar en todo lo posible los daños que la pandemia está causando en España. Al menos en ese objetivo suponemos que todos podrían estar de acuerdo.