Opinión
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El espejo de las palabras

Pedro Sánchez durante la reunión que ha mantenido por videoconferencia con los presidentes autonómicos este domingo.
Pedro Sánchez durante una reunión por videoconferencia con los presidentes autonómicos.
EFE

Estamos utilizando y también creando nuevas palabras. Ahora mismo no podemos asegurar cuáles serán las afortunadas, las que harán carrera más allá de esta situación de emergencia que vivimos. Distintos hechos y épocas van dejando un poso en la lengua. Es lógico, por tanto, que la lengua que hablemos los próximos decenios guarde palabras y expresiones de lo vivido hoy. Las personas mayores que han muerto estas semanas se han llevado consigo cientos de palabras que solo su generación conoce. Algunas ya están en los libros de historia, otras, propias de las tradiciones orales enterradas, como se entierra en los entierros de ahora: sin velatorio ni rito de despedida. Recordemos guerra civil, estraperlo, cartilla de racionamiento, dictadura, transición, golpe de Estado, la cultura del pelotazo... Pandemia, cuarentena, EPI, covid, confinar, estado de alarma, resiliencia, epidemia, virus, triaje, desescalada son algunas de las palabras que han generado mayor número de consultas en el Diccionario de la Lengua Española durante el último mes. Sorprende el número de visitas, 84 millones (casi tres millones diarios). Es muy interesante constatar cómo palabras como morgue o moratoria comparten espacio en las consultas realizadas con solidaridad, esperanza, altruismo o resistir. Resulta esperanzador que sean estas algunas de las palabras consultadas, pues, como escribió Luis Vives: "No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras".

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nos ofreció una nueva palabra: cogobernanza. Entendemos que dicha palabra muestra que desea compartir la gobernanza, que solemos definir como: "Las interacciones y acuerdos entre gobernantes y gobernados, para generar oportunidades y solucionar los problemas de los ciudadanos, y para construir las instituciones y normas necesarias para generar esos cambios". Es evidente que la epidemia que estamos viviendo está poniendo a prueba desde los sistemas de salud pública hasta los modelos de Estado y, en nuestro país, nuestro modelo descentralizador, el Estado de las autonomías.

Otra nueva palabra: mando único. Se entendió como elemento jacobino. Su puesta en escena cotidiana así lo representaba. Aparecía como protector de los ciudadanos y también de las autonomías. Es muy interesante comprobar en las encuestas cómo los ciudadanos valoran mejor la gestión de las administraciones más próximas. Primero, los ayuntamientos; después, las comunidades autónomas (encargadas de la gestión de la salud pública); después, el Gobierno central y después, la Unión Europea, que es la que más suspende. Algunos presidentes autonómicos nos señalan una nueva palabra: recentralización. Al cuestionar el mando único detectan un afán recentralizador del poder, y llegan a acusar al presidente Sánchez de abusar de las prerrogativas del estado de alarma. La vicepresidenta Carmen Calvo declaraba: "Que en la comisión de la reconstrucción queremos revisar la legislación sanitaria. No queremos recentralizar competencias, pero hay cuatro leyes estatales dispersas, algunas con más de 30 años, y queremos hacer una revisión".

La necesidad de contar con los votos necesarios, partidos nacionalistas y regionalistas, para aprobar el estado de alarma ha obligado a una mayor cogobernanza. Por lo tanto, nuevas palabras unidas. Concentrar mando único pero solo en Sanidad. Y de nuevo nos encontramos con la lógica política más envenenada que arrastramos en España, desde los primeros años de la Transición. El voto de las minorías regionales en el Congreso, que es decisivo para formar mayorías, a favor o en contra, según lo que consigan para sus comunidades. La Comisión Europea acaba de publicar unas recomendaciones por país y señala, entre otras cuestiones, que tenemos disparidades regionales en términos de gasto, recursos físicos y personal sanitario. Da la impresión de que nuestro sistema sanitario, una de las joyas de la corona, es menos solido de lo que parecía.

Estamos viviendo una situación excepcional, un país asolado por una pandemia y su necesidad de reconstrucción. Han aparecido nuevas palabras para nombrar, para ayudarnos a comprender estos momentos de tanta dificultad que estamos viviendo. También debería obligarnos a pensar y reflexionar sobre la eficiencia del Estado autonómico y a cambiar, reinventar, la parte de nuestro modelo institucional que se haya quedado obsoleta.

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