La cuesta de enero de 2020 va a ser un poco menos empinada que la de otros años. Habrá crecidas de precios, pero también algún respiro. Los trenes y los peajes suben, pero algunas autopistas pasan a ser gratuitas y empezará a funcionar en abril el AVE ‘low cost’. La luz y el gas se abaratan por los recortes aprobados por la Comisión Nacional de la Competencia. No obstante, las economías familiares siguen pendientes sobre todo de que España cuente por fin con un Gobierno capaz de aprobar unos Presupuestos del Estado y de encarrilar las reformar urgentes que siguen pendientes. 

Termina un año en el que, a falta del dato de diciembre, los salarios han crecido por encima de los precios: 1,9% frente al 1,1%. Y comienza otro que tampoco arranca con agobiantes amenazas de inflación. En Aragón, por tercer año consecutivo, los ciudadanos entran en enero con la misma presión fiscal gracias a la moderación de las principales administraciones. En 2020, incluso, el Gobierno autonómico se compromete a reducir el polémico Impuesto sobre la Contaminación de las Aguas (ICA). Al mismo tiempo, la temida cuesta de enero comenzará con un cierto desahogo para los hogares gracias a que bajarán los recibos de la luz y el gas. De cualquier modo, son los problemas macroeconómicos que se derivan de la incertidumbre política los que más pueden afectar al bolsillo de los ciudadanos.

España tiene un problema de exceso de deuda pública, como ha recordado Bruselas. Y tiene pendiente también una reforma estructural del sistema de pensiones, una transición energética y, sobre todo, una política de empleo que incluya los cambios que sean necesarios para estimular la creación de puestos de trabajo al tiempo que se limitan los perniciosos efectos de la precariedad laboral. La condición para encauzar estos retos es contar con un Gobierno estable sustentado sobre un amplio respaldo político y social.