LITERATURA Y PEDAGOGÍA. OCIO Y CULTURA

Víctor M. Juan Borroy: "Hay maestros a los que no se les olvida nunca"

Publica ‘La pasión de enseñar. 22 textos sobre escuelas, amor y pedagogía’, una caja artesanal de 22 columnas del ‘Escolar’ de HERALDO.

Víctor Juan es un entusiasta absoluto de la pedagogía: pasión y profesión se funden con él.
Víctor Juan es un entusiasta absoluto de la pedagogía: pasión y profesión se funden con él.
Oliver Duch.

Nacido en Zaragoza en 1964, publica ‘La pasión de enseñar. 22 textos sobre escuelas, amor y pedagogía’, una caja artesanal de 22 columnas que aparecieron en el ‘Escolar’ de HERALDO. Todo un álbum de amor y cuentos que tiene esa impronta que le da a cuanto toca: artesanía, memoria y emoción.

¿Conoce a alguien que ame la educación tanto como usted y que la haya sublimado así?

El magisterio es una profesión de largo recorrido. No es raro que los maestros se jubilen después de 35 o 40 años de trabajo en las escuelas. Un día tras otro, con calor o frío, un curso tras otro. Es necesaria tanta ilusión para iniciar un nuevo curso que solo la encuentra quien ama su trabajo.

¿Cuándo descubrió los dones de la educación?

Cuando fui consciente del poder transformador de la educación. He tenido la fortuna de ser testigo de este proceso en la vida de algunos alumnos, niños y adultos.

¿Qué pasa en el aula cuando da clase Víctor Juan o, casi mejor, qué le gustaría que pasase?

Siempre espero que nos encontremos con palabras, que seamos capaces de tejer una red de entendimientos y de complicidades. Casi siempre me basta mirar a los estudiantes para saber si me acompañan, si ese encuentro del que hablo se ha producido.

Cita en su caja-tesoro al escritor Antonio Muñoz Molina y otros. ¿Se olvidan los maestros verdaderos?

Hay personas -Muñoz Molina se encuentra entre ellas- que saben que la presencia de un maestro en su vida les ha permitido llegar a ser quienes son, que un maestro cambió el rumbo previsible de sus vidas. Y no, a esos maestros no se les olvida nunca.

Escribe: «El magisterio es un oficio humilde que se ejerce lejos de las estrellas». ¿Por qué es humilde si desea contar el mundo?

Porque es un oficio que los maestros ejercen un día tras otro, casi siempre con poco reconocimiento, cuando nadie los ve, por el compromiso que contraen ante los alumnos.

Cuenta historias conmovedoras de maestro y discípulo: Camus y Germain; Eloy Fernández Clemente y Arnal Cavero; los chicos de Paniza y Santiago Hernández; ¿Qué encuentra ahí, en ellas?

En esos casos -y en otros que no he contado- se produce un encuentro definitivo entre profesores y alumnos, un encuentro que transformó la vida de los escolares. Eloy reconocía que Arnal le inculcó el amor por Aragón y la pasión por Costa; los niños que asistieron a la escuela con Santiago Hernández fueron siempre «los de don Santiago»; Paco Ponzán estaba preso en Toulouse y pidió ser enterrado en Huesca junto a su maestro, Ramón Acín.

¿Cuánto hay de novelesco en lo que cuenta, de «cuento contado», como se dice en Aragón?

Podemos decir que son cuentos ciertos, historias maravillosas y conmovedoras que sucedieron tal cual las cuento. Y lo mejor es que hay muchos más casos.

"Eloy Fernández Clemente reconocía que Arnal le inculcó el amor por Aragón y la pasión por Costa; los niños que asistieron a la escuela con Santiago Hernández fueron siempre «los de don Santiago»; Paco Ponzán estaba preso en Toulouse y pidió ser enterrado en Huesca junto a su maestro, Ramón Acín"

¿Por qué un decálogo y por qué 17 puntos? ¡Hombre, lo suyo es codicia o sobreabundancia!

Ja, ja, ja. Porque pensé que diez puntos eran suficientes para describir cómo debemos relacionarnos con nuestros alumnos y con nuestros hijos, pero no tengo mesura. Comencé a escribir con la intención de redactar un decálogo al uso, pero se me quedó corto y me vi obligado a titularlo así.

¿No hay en usted una inclinación constante a la bondad, y esa bondad o sublimación la representa el maestro?

Ser bueno me parece un buen propósito, la aspiración fundamental de una vida. Hay muchos maestros buenos. También hay maestros malos. Somos muchos y hay de todo, pero son más los buenos que los malos.

Por ahondar en su decálogo. ¿Qué es más importante: querer a los alumnos, darles una segunda oportunidad o hacer acopio de sensibilidad para tratarlos?

Si lo pensamos despacio, lo más importante es querer a los alumnos. Si los quieres, eres sensible y tratas de entenderlos, les das una segunda oportunidad, les repites que crees en ellos…

¿Para quién está pensado este libro de artista-profesor y amanuense de las pequeñas cosas?

A los alumnos que quieren ser maestros les pueden servir de referente las historias de docentes que han sido importantes en su vida. Para los profesores en ejercicio este puñado de textos puede ser un revulsivo, un elemento motivador, una manera de agradecer el trabajo que hacen.

"Lo más importante es querer a los alumnos. Si los quieres, eres sensible y tratas de entenderlos, les das una segunda oportunidad, les repites que crees en ellos…"

Resuélvanos el misterio. ¿Qué hacen los profesores en verano?

Tienen más vacaciones que otros profesionales, pero no tantas como generalmente se cree. Muchos aprovechan el verano para formarse, para abordar lecturas que han dejado pendientes durante el año, para planificar el próximo curso, como si el verano fuera una suerte de pretemporada. Los alumnos terminan el curso a finales de junio, pero durante las primeras semanas de julio las maestras del CEIP Antonio Beltrán de Zaragoza, por ejemplo, estaban pintando la biblioteca y el patio de recreo de la escuela. Y el 1 de septiembre todos se incorporan a sus puestos de trabajo.

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