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  • Gonzalo de la Figuera

The Crazy Peace of Mind: latinos alternativos

Un momento del concierto de The Crazy Peace of Mind
Un momento del concierto de The Crazy Peace of Mind
Pablo Ferrer

Durante todo este mes de julio, el Rock & Blues Café se ha sacado de la manga el ciclo Carretera y Manta (como ya hizo el verano pasado con Divas Summer), una atractiva programación especial con artistas internacionales como Meghan Maike, Joe Lastie, John Nemeth, Cedric Burnside o, este último jueves, The Crazy Peace of Mind, trío formado en tierras británicas pero cuyos componentes son de origen dominicano: el cantante y guitarrista Manuel Peña, el batería Luinis Quezada y, al bajo y voces, Leo Susana, zaragozano de adopción -fue integrante de Puturrú de Fuá- aunque actualmente reside en el pueblito pirenaico de Fiscal.

Se trata de un grupo prácticamente desconocido por estas tierras, con solo un álbum publicado en 2017 (‘One’) y un par de singles recientes: ‘The end’ y ‘Free’. Quien suscribe reconoce que no los había escuchado hasta ahora (supongo que lo mismo le pasó a la inmensa mayoría de los asistentes) y, qué caramba, nos llevamos una gratísima sorpresa. A pesar de sus raíces latinas, el trío pone en práctica un sonido marcadamente anglosajón, que bebe del grunge y del rock alternativo de los años 90, del post-punk, del hardcore, del noise pop, del metal funk...

The crazy peace of mind ****
Componentes: Manuel Peña, guitarra y voz; Leo Susana, bajo y coros; Luinis Quezada, batería.

Es decir, un tipo de rock incisivo y contundente que no hace ascos a las melodías, y que se mueve entre unos registros sonoros que pueden satisfacer por igual tanto a los fans de Nirvana y Pearl Jam como a los devotos de Weezer o Sugar y, si me apuran, de Shellac o The Clash. Pero sobre todo hay que hacer hincapié en el espléndido desempeño instrumental de estos tipos, con un baterista que es una fiera, un Leo tan sólido como brillante en el bajo y un punzante guitarrista que a ratos canta con una voz harto peculiar. Entre los tres armaron un concierto que fue creciendo y creciendo, retroalimentándose a través del efecto ‘feedback’ con el público: otra alegría veraniega.

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