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Adiós a Rosa Regàs, una escritora y editora independiente y libre que vivió la pasión por la cultura

La musa rebelde que fundó el sello La Gaya Ciencia, ganadora del Nadal, del Planeta y del Biblioteca Breve, ha muerto en Llofriu a los 90 años

Rosa Regàs en una de sus visitas al Auditorio de Zaragoza, en 2004, cuando era Directora de la Biblioteca Nacional.
Rosa Regàs en una de sus visitas al Auditorio de Zaragoza, en 2004, cuando era Directora de la Biblioteca Nacional. Fue editora, traductora y ganadora de los grandes premios de narrativa de Planeta: el Nadal, el Planeta y el Biblioteca Breve.
Esther Casas / Heraldo.

ZARAGOZA. «La cultura es una manera de entender el compromiso con la vida», dijo Rosa Regàs (1933-2024), que acaba de fallecer a los 90 años, en uno de sus viajes a Barbastro, donde presidió el premio de novela. Esa, en el fondo, es la clave de su existencia. Amó la cultura, la música y los libros por encima de todo, como demostró en su agitada existencia de madre de cinco hijos, de editora, de amante de algunos escritores reconocidos como Juan Benet y de musa de algunos otros. Fue Gabriel García Márquez quien le dijo con humor avieso, tierno y picardía: «Rosa Regàs, qué buena estás».

Mujer de carácter, una de las abuelas de España como demostró en la serie ‘Abuela de verano’, que emitió TVE, Rosa Regàs conoció la turbamulta sentimental y dramática de la Guerra Civil española en forma de diversos éxodos e internados. Cuando se normalizó un poco la situación, se instaló en Barcelona con su familia, conservadora y burguesa, estudió en el Conservatorio del Liceo y cursó Filosofía y Letras en la Univesidad de Barcelona. Se casó joven con Eduard Omedes y tuvieron cinco hijos. Poco después se incorporaría en la editorial Seix Barral, con Juan Seix y Carlos Barral, y aquella fue su escuela de letras y de edición.

Fue siempre una gran lectora y una mujer inquieta, que no tardó en separarse. Aquel fue un período excepcional y sumamente rico, de grandes amistades como Jaime Gil de Biedma, Juan García Hortelano, José Manuel Caballero Bonal o Gabriel Ferrater. Confesaba a HERALDO: «Han sido años fantásticos: de apertura, de aprendizaje, de compromiso literario, moral y político. Carlos Barral me enseñó lo que es la literatura, la buena literatura».

En 1970, emprendió una de sus mejores odiseas culturales: fundó la editorial La Gaya Ciencia, donde se midió a sí misma y demostró la asimilación de lecturas, nuevas voces y algunos caminos hacia la experimentación: publicó a autores que no tardarían en consolidarse en otros sellos como Javier Marías o Álvaro Pombo, el novísimo Félix de Azúa y Javier Fernández, tan vinculado con Aragón y en particular con Carlos Lapetra, y por supuesto Juan Benet. Durante años estuvo detrás de otros proyectos editoriales y revistas como ‘Arquitecturas bis’ pero también desarrolló una intensa y fértil tarea de traductora en la ONU, y más tarde en París o en Nueva York.

Hay dos palabras claves en su intensa existencia: la libertad, «la búsqueda incesante de la libertad», esa vereda hacia las estrellas y la igualdad, y la pasión por la escritura, algo que practicó desde muy joven. Debutó con un libro personal sobre ‘Ginebra’ en 1988. Poco después se zambulliría en la ficción con ‘Memoria de Almator’. Empezó a sentirse especialmente segura y se convirtió en una novelista a tener en cuenta, multipremiada: con ‘Azul’ ganó en 1994 el premio Nadal, una ficción de amor y mar; en 2001, logró el Premio Planeta con ‘La canción de Dorotea’, donde mezcló la ciencia y la memoria, y en 2013 el premio Biblioteca Breve con ‘Música de cámara’, que era una novela de estructura musical de trasfondo autobiográfico, «una novela de amor y desamor, de encuenntros y desencuentros, de vencedores y vencidos». Para entonces ya había pasado uno de los peores momentos de su vida: fue nombrada Directora de la Biblioteca Nacional en 2004 pero tuvo un enfrentamiento con el ministro César Antonio Molina, socialista como ella, y renunció al cargo en 2007.

Siguió escribiendo, viajando, retirada ya en su masía ampurdanesa, y visitó Aragón en muchas ocasiones: en Sabiñánigo le dieron su nombre a la Biblioteca, coordinó y dirigió encuentros literarios en Jaca y en Barbastro, leyó manifiestos, presentó libros corales de Pirineum, estuvo en Zaragoza muchas veces. Y el pasado mes de junio, hizo el inventario de su vida en el libro ‘El legado. Aventuras de un vida’.

Retrato de Rosa Regàs tomado en Madrid, el pasado mes de mayo con motivo de su último libro: 'El legado. Aventuras de una vida'.
Retrato de Rosa Regàs tomado en Madrid, el pasado mes de mayo con motivo de su último libro: 'El legado. Aventuras de una vida'.
Quique García/Efe.

La esencia de la escritura, el compromiso y la libre fabulación

En una extensa charla con Rosa Regàs, tras ganar el Planeta, nos confesaba que sus preferencias literarias iban desde Carson McCullers hasta el surafricano J. M. Coetzee o John Le Carré: «Le Carré es novela de espionaje, policiaca, pero también es novela de compromiso. Su obra contiene muchas cosas. Me ha fascinado el ‘El último encuentro’ de Sándor Marái, que era un desconocido».

Quiso explicar los ejes de su escritura. «El estilo, además del compromiso y la denuncia airada de la injusticia, es una preocupación. Intento no irme por las ramas. Busco el elemento literario perfecto, pero que no pierda jamás la literatura su sentido esencial ni su carga poética. Yo escribo desde una voz que llevo dentro. Nos preocupa escribir una historia y transmitirla con la fuerza de las emociones». 

Ante el tema del cuarto propio y el eco y la influencia de Virginia Woolf en su obra decía: «Lo que hay que tener es un lugar libre en la mente. Un lugar libre donde poder fabular. Fabular no es acumular, es crear otro mundo. La vida de las mujeres, y además escritoras, es mucho más difícil».

UNA CRIATURA AUDAZ Y DE CARÁCTER QUE LLEGÓ A CASI TODO

*Los libros. Rosa Regàs practicó todos los géneros: novela, cuento, guías de viajes, memorias, libros fronterizos. En la narrativa publicó ‘Memoria de Almator’ (1991); ‘Azul (1994. Premio Nadal); ‘Luna lunera’ (1999); ‘La canción de Dorotea’ (2001. Premio Planeta); ‘Diario de una abuela de verano. El paso del tiempo’ (2004. Dio lugar a una serie de televisión) y ‘Música de cámara (2013. Premio Biblioteca), entre otros.

*Memorias. Poco antes de morir apareció ‘El legado. Aventuras de una vida’, que surgió de una conversación. Es ahora un testamento muy interesante y emotivo.

*Méritos. Recibió el Premio José Luis Sampedro y la Legión de Honor francesa. Entre 2004 y 2007 dirigió la Biblioteca Nacional de España.

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