¿Cuántas veces al día utiliza un ‘emoji’ o incluso un ‘gif’ o ‘sticker’ para comunicarse con su entorno a través del teléfono móvil? Seguramente muchas más de las que, a veces, pensamos. Con el tiempo, estos elementos han pasado a formar parte de nuestra comunicación diaria sustituyendo expresiones, frases y todo tipo de reacciones. Con un ‘emoji’ puedes expresar que algo te da vergüenza, asco o risa, sin necesidad de escribirlo. Este miércoles, 17 de julio, se conmemora el Día Mundial del Emoji, esa “pequeña imagen o icono digital que se usa en las comunicaciones electrónicas para representar una emoción, un objeto, una idea, etc.”, según viene recogido en la Real Academia de la Lengua Española.

En cuanto a la elección de esta fecha, se corresponde con la primera aparición de este elemento en las principales plataformas. Aparecieron en los teléfonos inteligentes en el año 2001 y rápidamente se popularizaron entre los más jóvenes gracias a su capacidad de comunicar todo tipo de cosas. Y es que, casi sin darnos cuenta, este icono se ha convertido en un pilar en nuestras comunicaciones digitales. Y esto también tiene consecuencias.

Tanto es así que cada año se publican las novedades en la denominada ‘Emojipedia’ y que algunas noticias relacionadas con ellos han logrado colarse en las principales cabeceras de algunos medios, como cuando, a iniciativa de La Fallera, se consiguió la inclusión del ‘emoji’ de la paella valenciana en el año 2016.

Pero, ¿qué consecuencias tiene esto a la hora de expresarnos y comunicarnos? Nos lo explica la psicóloga zaragozana Paz Paniagua, experta en Neurolingüística: “La evolución de los emojis ha sido significativa en la comunicación digital, pasando de simples caritas felices o tristes a una amplia gama de expresiones, objetos, animales y símbolos”. Y es que, como explica, “estos pequeños iconos transmiten de forma rápida y efectiva emociones, tono y contexto en mensajes de texto, redes sociales y correos electrónicos”.

De hecho, ha sido precisamente el hecho de añadir personalidad y claridad a nuestras interacciones en línea lo que ha propiciado su rápido avance y el aumento de su popularidad. En muy poco tiempo, pasaron de los ya anticuados y prácticamente olvidados emoticonos, aquellos símbolos creados a partir de una secuencia de caracteres ASCII que, en un principio, representaba una cara humana y expresaba una emoción - ;) - a, poco a poco, ir evolucionando hasta la era actual, en la que podemos utilizar hasta un brócoli 🥦.

“Inicialmente eran en blanco y negro y mucho más sencillos, ya que solo representaban emociones básicas como felicidad, tristeza o sorpresa. Pero con el paso del tiempo se han expandido para incluir una amplia variedad de expresiones faciales, gestos de manos, objetos, animales, alimentos e incluso símbolos culturales”, añade.

Es decir, que los emojis ya no sólo añaden color y diversión sino que también comenzaron a sustituir nuestra manera natural de expresar ciertas emociones de manera más efectiva en un entorno donde la comunicación no verbal a menudo se pierde. “En una eminente sociedad tecnológica, todo esto se corresponde con nuestra creciente necesidad de comunicarnos de manera más visual y emocional en el mundo digital. Una imagen, nunca mejor dicho, vale más que cien palabras”, afirma la experta.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, menos aún en un campo tan complejo y abstracto como es el de la comunicación, por eso, como recuerda Paniagua, es importante recordar que estos elementos pueden interpretarse de diferentes maneras según la cultura, el contexto y la relación entre las personas que reciben este mensaje. “Aunque no lleguemos a preguntárnoslo nunca, cada uno hacemos una lectura distinta de la imagen que nos llega, pues la interpretación dependerá de muchos factores. De ahí la importancia de su uso moderado y la consideración del contexto en el que se utilizan”, señala.

La edad sí importa

Para la experta es importante tener en cuenta que estos elementos no deberían reemplazar completamente las palabras en la comunicación escrita. “Y recordar la importancia de seguir usando un lenguaje claro y preciso para cerciorarnos de que el mensaje sea entendido correctamente”, añade. Además, asegura que su uso varía según la edad de los interlocutores, algo que puede llevar a un mayor grado de confusión en las conversaciones.

Si bien es cierto que muchos aseguran que los emojis son cosa de ‘boomers’, según el Informe sobre su uso en la comunicación empresarial del año 2023 realizado por Unicode Consortium, hasta el 92% de los internautas utilizamos estos símbolos en alguna ocasión, aunque, eso sí, de manera algo distinta.

“Los niños y adolescentes suelen utilizarlos de forma frecuente en sus mensajes, ya que les parece algo divertido y expresivo en su comunicación. Suelen utilizar una amplia variedad para expresar emociones, estados de ánimo o para añadir un toque de color a sus conversaciones”, afirma. En cuanto a los adultos jóvenes, también los utilizan con regularidad, aunque de manera algo más moderada.

Sin embargo, entre los adultos mayores, en general, no está tan interiorizado. “Aunque cada vez les es más familiar ya que se están incorporando en su comunicación digital, hay que recordar que existe una barrera mayor”, explica. Un mundo en constante cambio que supone cada vez un mayor reto para los expertos en el ámbito de la comunicación.