Un puzle romano de pinturas murales para conocer la riqueza de la antigua Bílbilis

El proyecto Pictor recompone una habitación de la llamada casa del Larario a través de los fragmentos de la decoración de la estancia

Guiral e Íñiguez ante uno de los tableros donde ser conservan las piezas para su estudio
Carmen Guiral y Lara Íñiguez, ante uno de los tableros donde se conservan las piezas para su estudio
Jorge Zorraquín

Un puzle del que no hay modelo -sin esa fotografía que sirve como guía- y sin conocer todas las piezas del mismo, que además están mezcladas con otras partes de distintos rompecabezas. Este es el reto al que se han enfrentado las investigadoras del proyecto Pictor durante más de una década y que han conseguido solventar, con paciencia y tesón, hasta lograr la recomposición de una de las habitaciones de la llamada casa del Larario del yacimiento de Bílbilis en Calatayud. En concreto el cubículo 12: un dormitorio con una zona de paso y un acotado para la cama, que tenía una puerta de entrada y una ventana al lado. En ella, ya han podido situar las dimensiones de sus paredes gracias a reunir, con paciencia y tesón, fragmentos de la decoración mural que la recubría.

"Ha ido avanzando de forma muy lenta, pero ya tenemos las restituciones hechas a falta de que podamos seguir investigando", remarca Carmen Guiral, coordinadora de la iniciativa junto a Lara Íñiguez y en el que han participado Francisca Lobera y Eleonora Voltan y que contó con el respaldo del Ministerio de Economía. Esa labor se ha enfrentado a varios hándicaps, añadidos al paso de más de 2.000 años del devenir del tiempo en este enclave sobre la puerta a las hoces del Jalón. "Las pinturas sufrieron tres procesos de deterioro: fueron arrancadas picando, fueron trasladadas a otra estancia de la terraza inferior y allí las tiraron desde unos dos metros. Y aun así, lo hemos conseguido", detalla Guiral. De hecho, en el yacimiento quedan apenas 50 centímetros de muro.

Son un sinfín de piezas en las que aparecen distintas figuras, entre las más significativas están varios tipos de máscaras teatrales, que figuraban como colgadas de la zona media; dos figuras humanas con la vestimenta tradicional y el retrato, dentro de lo que era un marco también pintado, de una mujer más joven, presumiblemente la hija, no casada, siguiendo la moda de la época, en torno a los años 20 o 30 antes de Cristo. A eso se añaden grifos y hasta una persona ataviada como en el antiguo Egipto: "Era la moda del momento, algo considerado como exótico", apunta Íñiguez, investigadora Ramón y Cajal de la Universidad de Zaragoza.

Para conseguirlo, estas expertas en pintura romana han tenido que recurrir a su amplia experiencia y a echar horas y horas de trabajo, en el taller, las menos, y en casa. Entre esas pistas que les fueron guiando para ubicar los fragmentos están el grosor de las piezas, ya que unas tenían mayor profundidad que otras. "Vimos que unas pertenecían a una pared que era muro de carga y por eso eran más gruesas", matiza Íñiguez, con lo que han conseguido dimensionar ese paño con unas medidas de tres metros de alto y 2,70 de largo, al que se añaden dos paredes laterales gemelas.

Otro de los apoyos lo encontraron en los libros sobre la Villa de la Farnesina, una de las más reconocidas de Roma. Así, la particular piedra roseta para descifrar el sistema fue un pequeño tramo de arco pintado que parecía pertenecer a un edículo y la corroboración la encontraron con la figura de una cariátide. "Los detalles de las pinturas no son de mucha calidad, pero técnicamente son muy buenos, para los colores, los materiales… Vinieron directamente de Roma, porque en esa época aquí no había pintores", indica Guiral, .

Fragmentos de la decoración mural encontrados en Bílbilis.
Fragmentos de la decoración mural encontrados en Bílbilis.
Jorge Zorraquín

Pero sí importante ha sido el estudio de lo que podría entenderse como la 'cara A' de las pinturasm, con piezas de gran tamaño y también milimétricas, no menos relevante ha sido su parte posterior, la que estaba adherida a las paredes. "Nos ha servido para situar sin duda dónde se encontraban las piezas, como las cornisas en las que están las marcas de los cañizos del techo", indica Guiral, catedrática de Arqueología de la UNED.

Sin embargo, este no es más que un paso dentro de la ingente cantidad de materiales que todavía quedan por estudiar de este yacimiento, que ya suma su quinto verano sin excavaciones, pero donde el trabajo, a la vista está, no se ha detenido. Los proyectos Pictor I y II ya han acabado como tal y sus responsables esperan conseguir darles continuidad. "Creemos que hay voluntad y disposición de las administraciones, a todos los niveles, y especialmente del Ayuntamiento de Calatayud", reconocen.

La labor por delante es ingente. En la actualidad se guardan más de 4.000 cajas con fragmentos extraídos de las distintas campañas de exploración desde 2007. Además, a eso se añaden los primeros pasos del plan director del yacimiento, impulsado desde el Instituto de Patrimonio Cultural de España y donde participan el Consistorio y el Gobierno de Aragón, con el que hay una previsión de invertir hasta 4,2 millones de euros, tanto para mejorar su conservación, como para potenciar su musealización.

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