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Lucía Camón: "En un pueblo aprendes humildad y a no querer cambiar el mundo"

La poeta y gestora cultura, cofundadora de Pueblos en Arte hace una década en Torralba de Ribota, abre el podcast 'Una habitación con vistas'

Lucía Camón, en esta década, ha cofundado el proyecto Pueblos en Arte, ha participado en la película 'Soñando un lugar' y crea el podcast 'Una habitación con vistas'.
Lucía Camón, en esta década, ha cofundado el proyecto Pueblos en Arte, ha participado en la película 'Soñando un lugar' y crea el podcast 'Una habitación con vistas'.
Lucía Bailón.

Hace más una década, Lucía Camón se trasladó a vivir a Torralba de Ribota, con un equipo de amigos y con su pareja, el músico y creador de vídeo Alfonso Kint, y fundaron el proyecto Pueblos en Arte. Ahora esta zaragozana nacida en Valencia y formada en Caspe, ha creado el ‘podcast’ ‘Una habitación con vistas’

A ver, ¿en qué estado estaría ahora la inquieta Lucía Camón?

Después de estos diez años de muchas actividades y de haber hecho la película documental ‘Soñando un lugar’, que se estrenó en 2018 y que ha recibido muchos premios nacionales e internacionales y que sigue teniendo descargas en Filmin, donde está alojada, quería parar un poco. Han pasado algunas cosas.

¿Cómo qué?

Una de mis socias, Ana Bettschen, ha vuelto a Madrid a dar clases porque la han llamado del Laboratorio de William Layton y además lleva el grupo de teatro de Calatayud; la otra socia, Inés Peña, se ha volcado con Cerco y con la Asociación de Artesanos de Aragón. Ambas siguen viviendo en el pueblo, van y vienen. Alfonso vive ahora Cervera. Sigue haciendo trabajos de vídeo y diseño, y lleva la parte técnica del podcast.

¿Entonces?

Sentía la necesidad de volver a la esencia y a la palabra, que es de donde partía: la escritura, pero también la radio. Y he decidido crear un ‘podcast’, ‘Una habitación con vistas’, como el libro de Virginia Woolf.

¿Con qué espíritu?

Con la idea de reflexionar y de conversar con mucha gente. Ya he grabado siete entrevistas, de media hora a 40 minutos como máximo. El objetivo es que los invitados vengan a Torralba: nosotros les abrimos nuestras ventanas, desde nuestro lugar, y ellos nos abren las suyas. Son gentes que, por lo general, forman parte de la gran familia de Pueblos en Arte que ha pasado por aquí a lo largo de estos diez años.

Díganos algunos nombres.

Sí, claro. He grabado, con la ayuda de Alfonso en cuestiones de sonido y atmósferas, al dúo musical Fetén Fetén, que nos han hecho una sintonía muy bonita. Al dramaturgo y actor Pablo Messiez; a Bewis de la Rosa, Beatriz del Monte, que viene del rap rural. A la artista plástica Coco Moya, que estuvo en una residencia en Etopia, y es la fundadora de un proyecto tan sugerente como El Cubo Verde. A Alberto Sánchez, un arquitecto que es el fundador de Casa Pueblo en Used (Zaragoza) y está restaurando un auténtico casoplón, donde se imparten talleres de mortero de cal, de empedrado, etc. Todo el mundo te da ideas, te abre su corazón. Por ejemplo, Alberto Sánchez nos recuerda que estos lugares pueden ser vistos como auténticos escenarios de vida. También hemos hablado con Ana Castrillo, del Circo Social, que reside y crea en Bárboles. Y todo esto ya está colgado en Spotify y en Ivoox.

"Todo el mundo te da ideas, te abre su corazón. Por ejemplo, Alberto Sánchez nos recuerda que estos lugares pueden ser vistos como auténticos escenarios de vida"

¿Alguien más?

Por supuesto. La comisaria de exposiciones Amelie Aranguren, una de las fundadoras de Campo Dentro, que trabaja la trashumancia y el mundo de los pastores desde la visión del arte contemporáneo. La Premio Nacional de Danza de 2023 Melania Olcina y la fotógrafa Lucía Bailón, que se ha instalado muy cerca de Ariza.

¿Tienen financiación para todo?

Hemos conseguido apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Hago un ‘podcast’ cada quince días y a la vez colaboro con la Ser de Calatayud donde hablamos con gentes del mundo artístico vinculados con el mundo rural.

¿Tiene oyentes?

Tenemos unos 150 suscriptores y una media de descargas, en función del personaje, entre 200 y 300. No tenemos ninguna pretensión, no buscamos ni publicidad ni queremos vender nada. Solo hacer bien el trabajo. Me sucede una cosa muy curiosa: vas por Calatayud y te dice el ferretero que te sigue en la Ser y un artista te comenta que te escucha en el podcast. Y a veces los oyentes se interfieren, se pasan de la radio al podcast y viceversa.

Lucía en su casa de Torralba de Ribota, por donde han pasado más de un centenar de artistas, entre ellos su tío Javier Mariscal.
Lucía en su casa de Torralba de Ribota, por donde han pasado más de un centenar de artistas, entre ellos su tío Javier Mariscal.
Nacho Errando.

Usted era poeta.

Sí. Y en todos estos años he escrito un segundo poemario que tiene un título provisional: ‘Hogar Niña Fuego’, y anda por ahí en busca de editor.

¿Qué nos puede avanzar de él?

Es una síntesis lírica de estos diez años donde hablo de lo rural, del paisaje, de la maternidad, de las sombras de la maternidad, pero todo ello desde la calma. Es también el balance de un cambio, desde la vuelta a la raíz, y eso me evoca la lumbre y las brasas.

Lleva más de diez años en Torralba de Ribota. ¿Ha vivido eso de «pueblo pequeño, infierno grande» o es una leyenda?

Supongo que sí, pero la realidad es que el infierno ya lo llevas tú. En el pueblo he aprendido algo fundamental: lo importante que es la humildad. Aprendes a no querer cambiar el mundo. Y si lo haces debe ser desde las pequeñas cosas, desde el estar. Hay que alejarse de esa idea, tan urbana, «hay que hacer, hay que hacer». No. No. Párate, escucha, mira a tu alrededor.

¿Eso se dice a sí misma?

Desde luego. He aprendido a no tener expectativas. Insisto: se trata de cambiar desde las pequeñas cosas, desde lo inadvertido, de redimensionar. He guerreado mucho, pero ya no tengo ganas de batallar. Quiero escuchar a los paisanos y a todas estas gentes de otras artes, de la ciudad y del mundo rural.

De acuerdo. ¿Qué ha observado, cómo ve a todos estos forjadores de cultura en el mundo rural?

De entrada, la valentía. Es muy difícil vivir de esto en España. No sé si sucede en otros lugares, pero aquí es difícil. Y la gente se entusiasma y se apasiona, y vive en la precariedad más absoluta. También le diría otra cosa: ha cambiado mucho el mundo rural y su percepción.

"He aprendido a no tener expectativas. Insisto: se trata de cambiar desde las pequeñas cosas, desde lo inadvertido, de redimensionar. He guerreado mucho, pero ya no tengo ganas de batallar"

¿Qué quiere decir?

Que hay un imaginario rural nuevo. Ya no se habla de los paletos de pueblo, no, y muchas veces se mira este mundo con auténtica envidia. En cierto modo, muchos de ellos y nosotros también hemos puesto una pica en el campo y en nuestros pueblos en términos de cultura y ciudadanía. Hemos sido objeto de estudio en la Universidad de Zaragoza por el equipo de Luis Antonio Sáez y una de las conclusiones es rotunda: el arte deja un beneficio económico real en el universo rural.

¿Algún otro matiz?

Uno, que creo que es valioso: ya no todo se hace en Madrid, en Barcelona o en Zaragoza, y es mucha la gente que viene a verte y que quiere saber que estás haciendo. Lo importante es abrir la vista hacia el infinito. La gente del pueblo se acerca a la cultura con naturalidad y la asume.

Por cierto, ¿continuará el Festival Saltamontes, que organizan?

Claro que sí. Le hemos cambiado las fechas: lo hemos trasladado al 30 y 31 de agosto, y al 1 de septiembre. Haremos algo más modesto pero para todos los públicos como siempre.

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