FÁBULAS CON LIBRO. ARTES & lETRAS

El dance aragonés y Arcadio Larrea

Manuela Adamo escribe una extensa introducción al facsímil que publica la Institución Fernando el Católico

La bailarina, promotora cultural y estudiosa del folclore Manuela Adamo.
La bailarina, promotora cultural y estudiosa del folclore Manuela Adamo.
Aránzazu Navarro/Heraldo.

Las ‘Notas de Folklore Altoaragonés’, de Ricardo del Arco, publicadas en Madrid en 1943 por el CSIC, fue uno de los primeros libros que leí de aquel historiador y archivero granadino que hizo de Huesca la ciudad de su vida. Había consultado o leído hasta entonces otros libros suyos que me habían interesado mucho: los tres tomos de ‘Figuras aragonesas’, los dos sobre las ‘Memorias de la Universidad de Huesca’ y, sobre todo, su monografía sobre ‘Las calles de Huesca’, impreso en 1922 y que llevaba unas preciosas ilustraciones de Ramón Acín.

Mi ejemplar de este último libro es el que fue de José Antonio Torrente Fortuño, periodista oscense (fue secretario particular de Ángel Herrera Oria y redactor de ‘El Debate’), doctor en Derecho, agente de cambio y bolsa, y autor de la monumental ‘Historia de la Bolsa de Madrid’, publicada en 1974 en cuatro volúmenes. Más tarde buscaría y acabaría comprando todos los libros de Ricardo del Arco (más de 40), algunos de los cuales he utilizado mucho, como sus ‘Efemérides zaragozanas’, de 1941, que le compré a Inocencio Ruiz en 1987 y que me ha servido siempre para la redacción de los colofones en los libros. Años después conocería (y leería con tristeza) las colaboraciones de Ricardo del Arco en el periódico ‘Jaca Española’ (Diario Patriótico y Órgano de la Oficina de Prensa y Propaganda), publicado en Jaca durante la Guerra Civil, y mi opinión sobre del Arco habría de cambiar por completo.

En mayo de 1989 unos amigos viajamos a Valencia para acompañar a José Antonio Labordeta en una Cena-Homenaje que le organizaba la emigración aragonesa en la Casa de Aragón. Por la mañana visitamos algunas librerías de viejo con José Luis Acín, Chesús Bernal y Vicente Martínez Tejero. Y en la librería Bonaire de Andrés Ortega del Álamo, José Luis y yo compramos los dos ejemplares que había de las ‘Notas de Folklore Altoaragonés’ de Ricardo del Arco. Allí estaba su trabajo sobre los dances y pastoradas aragoneses (recogía alrededor de 20), de muchos de los cuales me enteré de su existencia por él: el dance de Pallaruelo de Monegros, el de Robres, Lanaja, Sena, Torres del Obispo, Sariñena, Castejón de Monegros, Almudévar… Del Arco recogía la historia, en su caso, y la letra de esos dances, pero no la música. Era una aportación interesante, sin duda, pero faltaba conocer las partituras para saber cómo interpretar esos dances.

Larrea estudió en su libro los dances de ocho pueblos aragoneses: Quinto de Ebro, Fuentes de Ebro, Velilla de Ebro, Codo, Almonacid de la Cuba, Híjar, Escatrón y Pina de Ebro, pero tampoco publicó las partituras.

Fue en junio de 2003 cuando encontré el libro clásico sobre ‘El dance aragonés y las representaciones de moros y cristianos’, el de Arcadio Larrea Palacín publicado en Tetuán por la Editora Marroquí, en 1952. En él Larrea aseguraba que tenía noticia de la existencia de al menos 100 dances aragoneses: 47 de pueblos de la provincia de Zaragoza, más los tres de la capital (Tenerías, Arrabal y Boterón), 33 de la provincia de Huesca y 17 de la de Teruel. Definía el dance aragonés como «un drama sagrado en el que concurren la danza, el canto, el mimo y la poesía»; y clasificaba las danzas en cinco grupos: los pasacalles, las mudanzas, los bailes, la ofrenda y cortesía, y los bailes de cintas. Larrea estudió en su libro los dances de ocho pueblos aragoneses: Quinto de Ebro, Fuentes de Ebro, Velilla de Ebro, Codo, Almonacid de la Cuba, Híjar, Escatrón y Pina de Ebro, pero tampoco publicó las partituras.

El otro gran libro sobre el dance aragonés es el de Mercedes Pueyo Roy, ‘El dance en Aragón. Origen y problemas estructurales de una composición poética’, publicado por la IFC en 2019, que fue su tesis doctoral –defendida en 1961– y que era prácticamente desconocido. Se trata de una edición facsímil de la que la autora (que por entonces residía en Suecia) imprimió a su costa en 1973 y que apenas tuvo difusión.

Ahora la benemérita IFC acaba de publicar, también en facsímil, una nueva edición del libro de Arcadio Larrea en dos voluminosos tomos, con un estudio introductorio, riguroso y clarificador, de Manuela Adamo, en el que nos explica quién era Larrea («un estudioso peculiar, poco entendido y valorado por los folcloristas de la época»), cuándo y dónde investigó en Aragón, cuál fue la razón –tan exótica– de que el libro se publicara en Tetuán, su colaboración con el Instituto Español de Musicología, su obra literaria y musical…

Esta nueva edición del libro de Larrea recupera un texto fundamental para el estudio de los dances aragoneses y será de obligada lectura para cualquier buen aficionado a nuestro folclore.

Al final del segundo tomo, Mario Gros Herrero estudia y publica las tonadillas que acompañan a las partes bailadas de los dances, que Larrea presentó a un concurso organizado por el Instituto Español de Musicología en 1945 y que, por fin, comprenden 89 partituras («claras, sin apenas variantes ni ornamentación, como corresponde a canciones marcadamente silábicas») manuscritas por él y que estaban dispuestas para publicarse junto con su libro de 1952. El autor adujo razones de exceso de páginas para que no se imprimieran entonces. Esta nueva edición del libro de Larrea recupera un texto fundamental para el estudio de los dances aragoneses y será de obligada lectura para cualquier buen aficionado a nuestro folclore.

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