fotografía. ocio y cultura

Antonio Uriel: "La fotografía es un ejercicio de introspección y de narratividad"

El artista y profesor zaragozano con el escultor Miguel Ángel Gil en el Espacio Pirineo de Graus

Autorretrato del artista y profesor zaragozano, que inició su carrera en Spectrum.
Autorretrato del artista y profesor zaragozano, que inició su carrera en Spectrum.
Antonio Uriel.

“Desde hace un par de años se llevan a cabo en varios espacios de Graus durante el verano exposiciones de dos artistas visuales procedentes de la pintura y de la escultura. En años anteriores han sido Alfonso Val Ortego y Alberto Gómez Ascaso, José María Martínez Tendero y Jesús Sanz. Este año somos un escultor, Miguel Ángel Gil Andaluz, y un fotógrafo, yo. Los diferentes lugares de exposición tienen fechas y horarios de visita distintos. El mejor día para poder ver todas las exposiciones de una vez es el sábado. Expongo dos series: una es nueva, para esta ocasión, la titulada ’Historia natural’ (2024), que se sitúa obviamente en la tradición abierta por el pintor surrealista Max Ernst, pero intenta conectar con el sentido de ese concepto en el pensamiento de los años posteriores a la Gran Guerra; la otra se expuso en Spectrum en 2013, pero guarda afinidades con el trabajo reciente. El 21 de septiembre inauguraré otra selección de ‘Historia Natural’ en la galería Serpente de Oporto”, explica el fotógrafo Antonio Uriel, que expone en EL Espacio Pirineo de Graus, como él mismo dice, con el ceramista Miguel Ángel Gil a partir del día 12 de julio.

Da la sensación de que se ha vuelto un fotógrafo más guadianesco, que expone menos.

No sé si es cierto que expongo menos que antes, nunca me he mostrado demasiado. De hecho, la mayor parte de mis fotografías o de mis colecciones se han expuesto una única vez; sin embargo, en ningún momento he dejado de trabajar intensamente. Yo llegué a este mundo tarde, cuando colgué mi primera individual en Spectrum tenía treinta años, pero hacía fotografías desde los quince y ahora, cuando entiendo la fotografía como algo de base inevitablemente autobiográfica, pero capaz de revelar o construir el sentido de lo vivido por medio de un tratamiento que recuerda la asociación de tiempos y espacios que se da en la memoria, estoy recuperando muchas imágenes de aquella década anterior a mi primera exposición. Con el tiempo he pensado que mis fotografías y mi idea del medio, la que desde entonces he venido desarrollando, se apartan mucho de las que se han impuesto desde los noventa aproximadamente a través de algunas publicaciones y de instituciones públicas o privadas muy subvencionadas.

¿Cómo entiende y vive la fotografía? ¿Dónde estaría ahora, estéticamente?

Concibo la fotografía como un ejercicio de introspección más quizá que de descubrimiento del exterior (ahí está el verdadero hallazgo), como un ejercicio de narratividad también, algo que exige más atención de la que habitualmente el espectador está acostumbrado a prestar. No me interesa nada la fotografía que repite aspectos de la realidad conocidos con los trucos y amaneramientos del medio, ni esa fotografía plana y reiterativa que a partir de una concepción muy ceñida del archivo se ha vuelto dominante. Cuando tenía dieciséis años un amigo y yo fuimos al cementerio a fotografiarlo, es algo que cualquier persona aficionada ha hecho en algún momento, y seguramente pensábamos que estábamos reflexionando sobre la muerte con eso. Muchas de las fotos que vemos no han abandonado ese nivel.

Parece que algo ha cambiado en usted: ha participado en proyectos colectivos, pero es como si expusieras menos... ¿Ha sucedido algo?

Esta soledad, pues se trata un poco de este sentimiento, la comparto con otros artistas. Por eso me ha resultado siempre interesante trabajar en grupo. Lo he hecho con los amigos de la Caja negra (Samuel Aznar, Gonzalo Bullón, Ángel Carrera, Luis Marco, Ángel Lahoz) y ahora con Tomás Gimeno y con Luis Marco, con los que colaboro en obras mixtas, en las que intervenimos los tres desde diferentes medios. Y estoy abierto a descubrir afinidades nuevas.

Explíquenos un poco este proyecto que presenta en Graus.

Lo que expongo ahora en Graus (y en otra selección en Oporto, a partir del 21 de septiembre) surgió como una propuesta de mi amigo Pedro Borgoñó, que es de allí y hace dos años propuso al ayuntamiento la celebración de estas exposiciones dobles (en principio pintura y escultura) en verano, coincidiendo en su inauguración con el Festival de Teatro de calle Nocte. Es muy importante también la labor de los voluntarios, que atienden y cuidan las exposiciones en los diferentes espacios de Graus. En años anteriores han expuesto Val Ortego y Gómez Ascaso, Martínez Tendero y Jesús Sanz. 

¿Y en esta ocasión, aunque ya ha avanzado algo?

En esta ocasión somos un escultor-ceramista, Miguel Ángel Gil Andaluz, y un fotógrafo. Me ha sorprendido que, sin pretenderlo, hayamos coincidido ambos en algunas características de las obras que tienen que ver con los hilos argumentales de los trabajos. Una es lo que, con una cita de Julia Kristeva que abre el texto que he escrito para la exposición, he llamado “la fragilidad del significante”: esa disolución que se da tanto en las piezas de barro de Miguel Ángel como en mis fotografías, donde hay un trabajo deliberado sobre el ruido visual. Otro rasgo, ligado al anterior, es lo que Miguel Ángel llama “el sufrimiento de la materia”. Esto último conecta con el concepto de historia natural que he recogido para titular el trabajo. En el texto explico cómo llegué allí.

Denos algunas claves de todo ello.

Mi interés por esa idea viene de lejos, de las lecturas, arduas, de Walter Benjamin y Theodor Adorno para mi tesis doctoral. Es un texto denso, un suplemento a la visión de las fotografías que no es preciso en absoluto leer, pero puede proporcionar claves diferentes a quien se anime a hacerlo. De manera un poco tosca es así: cuando pensamos en la naturaleza de algo estamos hablando de lo que en otros campos se llama su esencia, aquello que pensamos que es inmutable más allá de los cambios en los diferentes ejemplares y que, a menudo, consideramos que es diferente de aquello que percibimos, el fenómeno (¿cuál es la naturaleza-esencia del ser humano, de la fotografía, de un coche de carreras?). La historia, sin embargo, tiene que ver con el cambio, con la sucesión de acontecimientos nuevos a los que se quiere buscar una finalidad (una esencia), como la idea de Progreso, de que lo que sucede, aunque sea horrible, ocurre para alcanzar una situación mejor. En ese encuentro, historia y naturaleza se corrigen y limitan mutuamente, y nos impiden llegar a soluciones simples y definitivas.

Antonio Uriel, con el rostro intervenido, ante la tumba del gran pintor surrealista Max Ernst.
Antonio Uriel, con el rostro intervenido, ante la tumba del gran pintor surrealista Max Ernst.
Antonio Uriel.

A este asunto de la ‘Historia natural’ le ha dado muchas vueltas desde hace años. Le invita a pensar y a teorizar.

Sí, creo que sí. Estos días pensaba que el primer ejemplo de historia natural, el más cercano, somos cada uno de nosotros. El significante frágil lo sentimos en nuestro cuerpo, que cada vez es más obsoleto, y erosiona nuestras ideas acerca de nosotros y el mundo, nuestra historia. Es cosa de la edad, pero creo que muchos somos viejos en ese sentido antes de tiempo. La paradoja es cómo rumiar esto y expresarlo nos ayuda a sobrellevarlo.

¿Cuál es el sentido de sus fotos?

El sentido de las fotografías tiene que ver con lo que he explicado más arriba, pero creo que en las que expongo ahora los diferentes aspectos que intervienen en su realización están mejor integrados. Me refiero a aquello en lo que piensas cuando estás trabajando en ellas: cómo se relaciona la ficción, que inevitablemente forma parte del sentido que proyectamos sobre lo vivido, con el documento; cuánto lo registrado ancla el sentido y cuánto es capaz de suscitar otros; hasta qué punto tiene un alcance transindividual y transpersonal, etc. Me ha interesado siempre la reflexión sobre la fotografía, que por su vinculación y dependencia de lo real trasciende el ámbito de la estética tradicional. Esto que digo, lo que estoy contando, me ha acompañado siempre al crear fotografías, pero lo desarrollé más conscientemente estos años pasados en una serie larga que todavía no se ha expuesto (espero que el año próximo pueda mostrarse), donde, en el fondo, me planteaba visualmente las explicaciones tradicionales (idealistas y acerca de la inefabilidad) de la obra de arte y la posibilidad de desarrollar lo visionario con un medio de registro como la fotografía. Algo de ello hay también aquí, pero creo que me he permitido mayor libertad.

Aquí, además, hay una anécdota concreto o una anécdota: su visita al cementerio de Père Lachaise en París.

 Cuando pensé retomar el concepto de ‘Historia natural’ para titular las fotografías que había hecho tras las circunstancias que refiero en el texto, recuperé para abrir la serie una fotografía de 2012, un autorretrato frente al nicho de Max Ernst en el columbario de Père Lachaise que, contra mi costumbre de no titular las fotografías, había llamado ‘La anunciación’. ¿Cuál es el mensaje del ángel Max, que está disolviendo así al sujeto? Posiblemente me ha costado todo este tiempo llegar a entenderlo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión