Aunque no es lo más importante de ‘Fuera de temporada’, he de decir que hacía años que no veía una escena tan sensual, rozando el erotismo fino, como la que ha dirigido Stéphane Brizé y protagonizan dos actores muy buenos. Me refiero a la del baile en la boda a la que asisten los protagonistas. Pensándolo bien, no había visto una escena tan hermosa desde que Harrison Ford y Kelly McGillis se marcaron un baile en ‘Único testigo’, aquel thriller que a mediados de los ochenta firmó Peter Weir y en el que la pareja se movía al ritmo de Sam Cooke y su ‘What a wonderful world’.

Sensualidad y bailes al margen, ‘Fuera de temporada’ es una romántica y sentimental película que aborda la historia de una pareja que se reencuentra quince años después de su ruptura. Volverse a ver después de tanto tiempo lleva consigo una alegría inicial, una puesta al día de la vida de cada uno -él es un actor famoso- y, como es inevitable, llegan también los reproches por el daño causado.

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Stéphane Brizé podría haber seguido el camino fácil, repetir patrones, hacer que la pareja vuelva a amarse, que los dos rompan con su presente, o que se tiren los trastos a la cabeza por el sufrimiento que uno infringió al otro, o construir un melodrama intenso en el que todos acabáramos llorando a lágrima viva. Pero, no. El director y guionista ha hecho una película preciosa que, sin ser una obra maestra, es de esas que te gusta ver, que la disfrutas y, sobre todo, que rezuma verdad y experiencias reales. 

Porque en esta historia sucede lo que pasa cuando ha habido amor, y luego desamor, y más tarde un posible reencuentro, y cuando el corazón de uno anda partido y el del otro no está mucho mejor, y cuando uno se quiere engañar, hasta que se enfrenta a lo que hay. Para completar el cuadro, Brizé ha elegido a dos actores estupendos, Alba Rohrwacher y Guillaume Canet, con los que sus personajes alcanzan una categoría superior. Bonita, sentimental…