'Un lugar tranquilo. Día 1': cuando el ruido mata

Lupita Nyong'o, y Joseph Quinn, en 'Un lugar tranquilo. Día 1'
Lupita Nyong'o, y Joseph Quinn, en 'Un lugar tranquilo. Día 1'
Paramount

El más mínimo ruido puede significar la muerte. Esa era la premisa de ‘Un lugar tranquilo’ (2018), en la que John Krasinski, a su vez protagonista junto a Emily Blunt, desplegaba con destreza una historia de supervivencia familiar en medio de una invasión alienígena. El excelente uso de los silencios y del sonido definía su tratamiento, y de hecho la película se recuerda por la tensión que generaba su envolvente doble factor. Aunque menos potente, ‘Un lugar tranquilo 2’ (2021), también con Krasinski en la dirección, exhibía rasgos estimables. Si la secuela salía del microcosmos inicialmente descrito, ‘Un lugar tranquilo. Día 1’ amplía las variaciones por su condición de precuela con otros implicados y en otro entorno. El recelo por el cambio de rumbo desaparece nada más detectarse el cuidado sustrato dramático que guía a Michael Sarnoski, autor de ‘Pig’, reseñable filme con Nicolas Cage. Con momentos meritorios (destacan el prólogo, el pasaje en el club de jazz y la resolución), constituye una sorpresa y un ejemplo de relato de orígenes que aporta a su imaginario.

‘Un lugar tranquilo. Día 1’ ***
Dirección y guión:Michael Sarnoski.
Fotografía:Pat Scola.
Intérpretes:Lupita Nyong’o, Joseph Quinn, Alex Wolff y Djimon Hounsou.

La obra se fundamenta sobre la estupenda descripción del personaje de Lupita Nyong’o y la emotiva conexión con el desconocido que se convierte en su compañero. En el cauce de los esfuerzos por sobrevivir, el cáncer terminal de la mujer entraña resonancia. Ella solo quiere ir a comer pizza, lo que guarda simbolismo por lo que expresa primero y después, cuando aparece la cuestión de los recuerdos. El vínculo establecido reviste recorrido por su carga profunda y la ayuda verdadera que se prestan. Y cobra importancia el gato, la tercera figura, parte con su lado inverosímil pero que ejerce su efecto amable.

En esta entrega se echa en falta el lenguaje de signos presente en las anteriores (aquí predominan los susurros). El tratamiento lo compensa. Asimismo, la vistosidad de las secuencias de acción hace que se repare menos en lo digital.

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