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  • Enrique Abenia

'Horizon: An American Saga. Capítulo I': Kevin Costner ama el ‘western’

Imagen de 'Horizon. An American Saga. Capítulo I', dirigida y protagonizada por Kevin Costner
Imagen de 'Horizon. An American Saga. Capítulo I', dirigida y protagonizada por Kevin Costner
Warner

Kevin Costner tiene una querencia especial por el ‘western’. Lo resaltan sus películas anteriores como director y actor, la oscarizada ‘Bailando con lobos’, ‘Mensajero del futuro’ y ‘Open Range’, y trabajos como ‘Silverado’, ‘Wyatt Earp’ y las series ‘Hatfields & McCoys’ y ‘Yellowstone’, lista a la que cabe añadir, por sus resonancias al respecto, ‘Waterworld’ y ‘Uno de nosotros’. ‘Horizon: An American Saga. Capítulo I’ supone el punto de partida de su proyecto más personal, arriesgado y ambicioso en torno a su género predilecto. La segunda entrega llega en agosto, si bien la intención de Costner, si puede (y le dejan), es la de realizar cuatro largometrajes. El amor por la temática y el dominio de la misma expresados en este primer filme hacen desear que el autor, que además se ha hipotecado enormemente, logre plasmar su historia tal y como la ha concebido aunque la vía y el formato que ha elegido no terminen de verse claros.

‘Horizon: An American Saga. Capítulo I’ ***
Dirección:Kevin Costner.
Guión:John Baird y Kevin Costner.
Intérpretes:Kevin Costner, Sienna Miller, Sam Worthington, Jena Malone, Abbey Lee, Michael Rooker, Luke Wilson.

Esta obra inicial desprende solidez y depara momentos que van de lo interesante a lo notable. Las numerosas situaciones descritas señalan que Costner busca componer un mosaico lo más amplio posible, pretensión encaminada a hablar de los orígenes de Estados Unidos. Un cauce envuelto en lo que evocan la tierra y los esfuerzos por seguir, sobrevivir y construir. No obstante, su tratado sobre el ‘western’ se enfrenta a la dificultad narrativa que entrañan el elevado volumen de personajes y las ramificaciones de sus tramas. El conjunto y la dinámica de desarrollo resultan más propios de una miniserie que de una saga cinematográfica. Camino de la última hora, sus 180 minutos de duración hacen inevitable alguna fase de ‘bajón’ en el espectador por mucho que se comulgue con lo expuesto. Que la fuerza fluya más por separado, por lo que dicen escenas y tramos concretos, y el relato funcione menos desde una perspectiva global no implica que deje de atraer el espíritu que lo guía

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