CONTRAPORTADA. OCIO Y CULTURA

Espido Freire: "Siempre he querido abordar el lado más oscuro del ser humano"

La escritora, Premio Planeta en 1999, visitó Zaragoza para hablar de salud mental, de su colaboración con médicos aragoneses y de su propia obra

Espido Freire visitó Zaragoza para hablar de salud mental, comió en El Disfrutón con José Luis Campos y reflexionó relajadamente sobre literatura y trastornos.
Espido Freire visitó Zaragoza para hablar de salud mental, comió en El Disfrutón con José Luis Campos y reflexionó relajadamente sobre literatura y trastornos.
A. C./Heraldo.

Espido Freire (Bilbao, 1974) es escritora, ganó el Planeta en 1998 con ‘Melocotones helados’. Estuvo en Zaragoza el jueves para hablar de salud mental, un tema que le afectó y que abordó en dos de sus libros. Decía:

«He venido a Zaragoza, a la Sala de la Corona, a participar en una Jornada de Salud Pública y Mujer. A creadoras, escritoras y a mujeres en general que se han apartado de la norma, el primer criterio era llamarlas siempre locas. En muchos casos, además, el simple deseo de salirse de lo convencional o de mostrar una sensibilidad diferente, hacía que fueron consideradas también mujeres que debían estar institucionalizadas, a las que había que internar en un espacio público, privado o en su propia casa. Todo eso ha cambiado y tiene que cambiar más todavía. Y hablé de cuál es la importancia que tiene la palabra y que también el arte para ayudarnos a liberarnos de ese tipo de corsés», dice Espido Freire.

¿Habló también, de su experiencia, de algunas crisis que tuvo?

¿De mi depresión? No. No. La mencioné. De hecho estoy en Aragón, una tierra que me conoce muy bien. Han venido psiquiatras infantojuveniles con los que me llevo de maravilla, son muchos años de relación.

¿De dónde procede ese vínculo?

Son muchos años trabajando en los cursos de verano de Teruel y por lo tanto me he sentido como en casa. Hace poco recibí el premio Arbada precisamente por el apoyo que he prestado a los trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia.

¿Qué les debe?

Les debo la argumentación, la teoría. Estuve enferma en torno a los 15 años y hacia los 27 o 28 escribí el libro ‘Cuando comer es un infierno’ en 2002.

Sí, dio mucho que hablar.

Fue un libro que quedó obsoleto y fue sustituido por ‘Quería volar’, en 2014, más complejo y donde incorporo la experiencia que he tenido con doctores, psicólogos, nutricionistas y terapeutas. He aprendido mucho de ellos.

"Hace poco recibí el premio Arbada precisamente por el apoyo que he prestado a los trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia".

En la literatura y en la creación siempre se ha visto cierto grado de locura o de vulnerabilidad, pero parece que los que han ayudado mucho a visibilizar esos problemas, en los últimos tiempos, han sido los deportistas: la gimnasta Simone Biles, el baloncestista Ricky Rubio...

Los artistas, los escritores en particular, somos los que hemos descrito tanto la enfermedad física como la enfermedad mental, a veces idealizada. Es decir, no puede negarse que gran parte de la base, a la hora de formularse y de reconocerse, viene del lenguaje que hemos elaborado los escritores. Estamos en una sociedad productiva y el modelo del éxito dejó de ser el poeta o el escritor, como pudo ser en el siglo XIX, y tenemos a los cantantes y a los deportistas. Por eso, que ellos visibilicen determinadas patologías, vitales, anímicas o físicas, es tan importante, pero no olvidemos que otros estuvimos antes.

Cuando mira hacia atrás, ¿qué piensa ahora de esa depresión?

Fue hace diez años. No me pasó de un día para otro como suele ocurrir con la depresión. En mi caso, como en casi todos los casos, había un componente genético, ambiental, unos hábitos de pensamiento y emocionales que se acumulan durante años, a veces incluso desde la infancia. Había también una autoexigencia, un afán de perfeccionismo y una presión enorme, y no olvidemos tampoco el entorno.

¿Cómo lo afrontó?

No he sufrido más en mi vida, pero lo afronté de cara. No lo idealizo, no lo embellezco, mi visión ahora tiene un punto positivo. Sin olvidarlo, tengo un compromiso conmigo y los míos para no volver ahí a toda costa.

¿Cómo le ha cambiado la vida el Planeta? Lo ganó jovencísima.

Fue una transformación desde el punto de vista laboral con una proyección que quise aprovechar, pero desde el punto de vista personal quiero pensar que no me cambió demasiado. Sí que aceleró un grupo de procesos: me dio una enorme oportunidad de visibilidad, económica y de proyección. Desde entonces, esos premios rara vez han recaído en personas tan jóvenes. Tenía 25 años. Soy muy consciente de que soy una privilegiada.

"¿La depresión? No he sufrido más en mi vida, pero lo afronté de cara. No lo idealizo, no lo embellezco, mi visión ahora tiene un punto positivo. Sin olvidarlo, tengo un compromiso conmigo y los míos para no volver ahí a toda costa"

¿Cómo lleva esa parte de narradora de historias para niños?

Siempre he contado historias a mi primos y a la gente que me rodeaba. Cuando era una niña se las contaba a mis compañeras, aún se acuerdan. Mi madre me leía; me gustaba mucho cómo sonaban las mitologías y las leyendas. A mi padre le contaba yo los cuentos. Me decía: «Cuéntame un cuento, venga».

¿Qué porción del alma humana quiere contar libro a libro?

Desde que publiqué mi primer libro, ‘Irlanda’, siempre he querido abordar el lado más oscuro del ser humano, de la oscuridad individual, de lo que llevamos dentro, de lo que nos avergüenza, de lo que no nos atrevemos a describir. Todas mis novelas, incluso las de niños, hablan de eso. Y creo que seguirán hablando de eso.

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